Está por ver que la ultima hornada de artistas que pueblan la Urbana -en los diversos géneros que el paraguas de la escena acoge- en este momento, disfrute del mismo éxito masivo que los que mandan ahora están viviendo. Cualquiera que lleve años en el universo de Rap por ejemplo, habrá asistido, entre estupefacto y encantado en el caso del que suscribe, al advenimiento brutal que el genero ha tomado los últimos años, convirtiéndose de manera implacable en música de masas, y llegando a casi todos los estratos sociales en modo de D.I.Y. o con el apoyo de pequeñas compañías o incluso Majors que huelen la sangre a kilómetros en la forma de artistas que generan millones de reproducciones y seguimientos masivos.
Éxito que los que empezaron, sobra enumerar nombres que cualquiera conoce a poco que le interese, ni por el forro soñaron en tener nunca, y que como en todas las escenas, del Punk al Indie y todos los que quieran a mi modesto entender, habrá cosas buenas, malas y directamente prescindibles, pero que si han tenido alguna vez un momento, es este. Y a eso iba, por que parece una injusticia que no lleguen a paladear esos registros de aceptación artistas jóvenes que están haciendo música tan interesante como el protagonista de un pase tan macizo y redondo como el que nos ocupa.
Con el muy solicitado Joko Beatz cubriéndole la mesa (un servidor se congela al ver la lista de salas a las que va con todo el papel agotado y constatar que de nuevo esta ciudad es un aparte, por que no logra llenar el sitio, y me acuerdo de la torta en la taquilla que se dio el otro día Miranda casi calcada) se marca una comparecencia de alto octanaje. Casi parece ficción pensar que estamos asistiendo a la primera gira que hace, por que se le ve con aplomo de grande navegar por un setlist lleno de momentos muy brillantes desde que abre con “Tentaciones”. Poder enchufarnos en vena cosas como la fiesta que fue “Mil Pecados”, o la rumba 2.0 y mundial que nos lanza en “Cuando Acabe la Noche” en un must por otra parte para entender la idiosincrasia de un MC que lanza barras afiladas y, si, certeras.
La épica que emana de el corto y sabroso a capela que hace en ”Dime que nos ha pasado” abre la parte del bolo que trasciende por encima. Fue imperdible ver “Planes” es cierto, pero el premio gordo vino con una emotiva “Si me muero”, el personal haciendo de Miranda en “Huecos”, y el jaleo que montó abajo al lanzarnos la inmensa calidad que atesora “Magia” dándose un baño en la olla, y propiciando un pequeño wall of death antes de echar el cierre con “La Culpa”.
Crema, amigos.
Si esto es en la primera, ni les cuento que hará cuando lleve no se ¿veinte?.
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