Había una vez una ciudad llamada Salamanca, llena de historia y encanto. El pasado sábado, algo extraordinario sucedió en esta ciudad mágica. Sin previo aviso, el tiempo pareció detenerse y la ciudad retrocedió en el tiempo, casi cinco siglos en el pasado. Las calles se llenaron de un ambiente nostálgico y emocionante, como si hubieran sido transportadas a aquel lejano 13 de noviembre de 1543.
El motivo de esta conmoción temporal fue el renovado matrimonio entre Felipe II y María Manuela de Portugal. Las parejas enamoradas, ataviadas con trajes de época, volvieron a intercambiar sus votos matrimoniales en una ceremonia íntima y solemne. Este emotivo evento marcó el comienzo de la tercera edición del Festival Siglo de Oro de Salamanca, un mes dedicado a celebrar y revivir los gloriosos tiempos pasados.
El desfile histórico fue el punto culminante de este viaje en el tiempo. A las 17:00 horas, una hora antes de lo previsto debido a las amenazantes nubes de tormenta, comenzó la procesión desde la Plaza de la Concordia. Los carros antiguos y los oficios olvidados de aquellos tiempos se exhibieron en una exposición matutina antes de unirse al desfile. La multitud se alineó en las calles de Salamanca, ansiosa por presenciar esta recreación histórica única.
La comitiva estuvo encabezada por los carismáticos charros, orgullosamente portando veinte banderas que representaban los países pertenecientes al antiguo Imperio español. Detrás de ellos marchaban los Tercios, valientes soldados de infantería que una vez sirvieron al ejército español bajo el reinado de los Austrias. Caballeros con armaduras relucientes y damas con vestidos exquisitos y pesados seguían su paso. Los arrieros del Camino de la Plata, transportando mercancías con la ayuda de animales de carga, y los hidalgos montados en impresionantes corceles cerraban el desfile.
La parte más emocionante comenzó en la Plaza de los Bandos cuando los personajes históricos se unieron a la marcha. Alrededor de las seis de la tarde, la procesión llegó a la emblemática Plaza Mayor, donde tuvo lugar uno de los momentos más destacados: el pregón del Siglo de Oro. Esther del Brío, una distinguida catedrática de la Universidad de Salamanca, tuvo el honor de interpretar el papel principal. La plaza se llenó de un fervor patriótico mientras su voz resonaba, transportando a todos los presentes a la grandeza del pasado.
Pero la verdadera joya de la recreación fue la representación de la boda entre Felipe II y María Manuela de Portugal. La Plaza de Anaya se convirtió en un escenario de ensueño frente a la majestuosa puerta de Ramos de la Catedral Nueva. La pareja se unió en sagrado matrimonio una vez más, renovando su amor en medio de un ambiente de alegría y solemnidad.
Finalmente, el desfile llegó a su fin mientras cruzaba el antiguo Puente de Sánchez Fabrés.
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