Crónicas

RUFUS T. FIREFLY | Sala B C.A.E.M. Salamanca

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De repente los días previos a una noche tan emocionante, me sorprendí pensando en William Castle el inventor de aquellos gimmicks tan bonitos, el mas famoso era un pequeño mecanismo colocado debajo de las butacas que las hacia vibrar durante los momentos de tensión, del cine en la época de finales de los 50´s. Y de acuerdo que no es que tenga que ver, me refiero a la idea de algo tan especial.

El concepto que la banda había pensado para esta gira de poder ofrecer la escucha del nuevo disco, el octavo de su carrera, en una experiencia preciosa con una serie de conciertos escogidos con aforos reducidos, y con el publico usando auriculares se me antojaba, sencillamente, algo único y maravilloso. 

 

Poder escuchar esas canciones antes de que se vean inmersas en los setlist de los conciertos habituales, tocadas en directo de una una forma tan intima e inmersiva era además una oportunidad imperdible. 

 

Desarrollado con el apoyo de la empresa Silentsystem  lanzando una señal a los cascos desde la mesa de sonido, todo desde que entrabas a una Sala B sobria y sencilla denotaba el cariño y el mimo con el que estas fechas habían sido preparadas: la decisión de montar el setup abajo huyendo del escenario con la gente alrededor sentada, tumbada o bailando si lo preferían, la luz cálida y sin estridencias, la banda colocada mirándose entre ellos y la idea de que solo tocarían temas nuevos –Víctor Cabezuelo lo dijo cuando mencionó que no iban a hacer “Nebulosa Jade”- fueron un acierto absoluto.

 

El álbum, “Todas las cosas buenas”, que sale en abril (la producción ha corrido a cargo del Havalina Manuel Cabezali) por lo que nos enseñaron es un paso mas en una carrera sin macula. Desde que abrieron con “Coro” y “Camina a través del fuego” inundaron la sala de psicodelia con buen gusto, de guitarras y teclados soft irresistibles, de los juegos de voces (que maravilla ver a Julia Maestro si, pero también a Teresa Ríos Manola alternando y haciéndonos tocar cielo cada vez que apoyaban a Cabezuelo) y de los muchos géneros que confluyen en el sonido propio que la banda ha logrado –fue sintomático ver como hacían suya el “Canta por Mi” de El Ultimo de la Fila con Julia a la voz solista- y al que suscribe se le vinieron las palabras de una entrevista que la banda había concedido cuando dijeron que era el momento de hacer cosas diferentes en la música en directo. Que atinado, amigos.

 

Y  así fue que los detalles de brillantez fueron, una vez mas, una constante.

 

Los arranques comedidos, y los desarrollos largos (que momentos fueron “Premios de la música” o Pipe”) y cuidados, la decisión de velar siempre por el formato físico tocando temas que solo van a estar en el doble vinilo y no en el digital, la admiración que procesan (como cualquiera que tenga sangre en las venas y ame la música) hacia Triangulo con “He soñado que tocaba en Triangulo de Amor Bizarro” con una letra que cita a Isa y a Rodrigo el alma de ese grupo casi legendario, la historia alrededor de “Reverso” el tema que hicieron para la exposición temporal “Reversos” del Museo del Prado que comisarió Miguel Ángel Blanco y su puesta en directo exquisita a medida que se desarrolla esa letra –“…solo quiero dejarme llevar”-, los alargues de momentos concretos o finales como en “Trueno Azul” o el llevar lo ultimo que han enseñado del disco en forma de adelanto “La Plaza” mas rápida y corta, con esa sensación por encima de estar viendo algo muy especial.  

 

El ultimo acto con esa espectacular traslación de “Dron” o “Lumbre” y su mutación, la no Bossa (Juan Feo dixit) de “Canción de Paz” y las paradas en “El Principio de Todo” y la que da titulo al disco, mentiría si no les dijera que me hizo pensar incluso en Triana con unas guitarras que son pura crema añadidas a la labor inmensa de Miguel de Lucas toda la noche en bajo o teclados, que hizo que aun mas, nos sintiéramos privilegiados por haber podido ver algo como eso. Toda aquella gente tenia a Grateful Dead, pero nosotros tenemos a Rufus y no se puede sentir mas orgullo de ser contemporáneo de una banda así. Dentro de unos años podremos decir que vimos una de aquellas noches, y si para el próximo deciden, no se, que van a alquilar el Madison para ponérnoslo antes, como Hetfield y cia., sacaremos pasajes desde ya.

 

Tan bonito e inolvidable que duele pensar en que probablemente no lo volveremos a ver nunca. Pero es lo que pasa con una banda que de verdad cuida a quienes aman su música.

 

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

1 Comentario

  1. Enhorabuena por la crónica.
    Vivimos algo único, algo sencillo y a la vez excesivo.
    Salí con la sensación de haber estado en el local de ensayo junto a posiblemente mi banda española favorita.
    Como dicen los Dawes, «And may all your favorite bands stay together».

    Ojalá nos duren mucho.

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