Hoy me gustaría hacer algo diferente. Sé que hay muchas visiones sobre estos aspectos que voy a tratar, pero quisiera exponer desde un punto de vista propio las sensaciones que me transmite el miedo a lo desconocido y estando en esta semana por la concienciación, más concretamente, el miedo a padecer cáncer.

Todas las personas sentimos miedo cuando estamos ante lo desconocido. No es fácil afrontar una situación alejada de nuestra zona de confort. El organismo, no obstante está obsesionado con la capacidad de supervivencia. Independientemente del ambiente en el que se encuentre, se adapta. Y se adapta, para poder sobrevivir. Aunque no siempre estas adaptaciones funcionan. Unas sí y otras no, unas permiten poder tener descendencia y sobrevivir y otras te hacen más vulnerables a otros depredadores y suponen el fin de tu linaje.

Esto siempre ha sido, es y será así. La selección natural es la herramienta que actualmente mejor describe los mecanismos de la evolución y es la que decide de una manera u otra la adaptación a nuestro entorno.

Entonces, si en verdad estamos configurados con esa capacidad de adaptación, ¿por qué tenemos miedo a lo extraño?

Porque nuestro organismo es sabio. El mero hecho de sentirse en una situación incómoda o desconocida, sin apenas poder saber lo que puede o no pasar provoca que percibamos nuestro alrededor como un enemigo, como algo que puede amenazar a nuestra supervivencia. Sí, de nuevo supervivencia… por algo será, ¿no?

Pues sí, aunque muchas veces sirve de poco o nada pensar que te vas a adaptar cuando, por ejemplo, te detectan un cáncer. Ese momento es un varapalo muy grande. Se te anulan todas las emociones de tu cuerpo y solo permanecen dos: rabia e impotencia.

Es muy duro sentir lo desconocido en tu propio interior. A ver, no es lo mismo tener la sensación de estar lleno tras una comida gustosa que tener un cólico nefrítico o una apendicitis, salvando las distancias, claro. Pero nada, el cáncer es capaz de llevarte aún más allá: al desconocimiento.

Luego, ¿qué se puede hacer ante esta circunstancia?

Solo hay una opción, la decisión que han tomado millones de personas que han sufrido o padecen cáncer, ya sea en Asia, América o cualquier continente; ya sean niños, adolescentes, adultos o ancianos; blancos, negros, cristianos o judíos: Sobrevivir. Y solo por el mero hecho de hacerlo, todas y absolutamente todas las personas que pasan por esta situación solo merecen ser descritas con una palabra: HEROÍNAS. 

Por eso, lo que me gustaría transmitirle a todos y a todas los que hayan llegado hasta este punto (y les doy las gracias de todo corazón por hacerlo) es que el esfuerzo siempre tiene su recompensa y que aunque haya que sufrir para alcanzarlo (como prácticamente siempre ocurre), al final la lucha vale la pena y, en este caso te regala de nuevo el mayor don que se nos ha otorgado: la vida.

Por otro lado, no me gustaría dejar sin valorar el apoyo de médicos y médicas, enfermeras y enfermeros, auxiliares, celadores, investigadores e investigadoras, voluntarios y voluntarias… Todos y todas ellas son héroes y heroínas también, porque su labor es muy grande, y muchas veces, poco reconocida, queda en el olvido.

En suma, la sociedad está cada vez mejor preparada para afrontar lo desconocido y es el sistema que formamos entre todos el que nos permite adaptarnos y salir adelante de situaciones difíciles. Por eso yo decidí aportar mi granito de arena en esta lacra queriendo estudiar para formarme y algún día conseguir intentar luchar directamente al cáncer siendo investigador…aunque bueno, ya habéis visto en el párrafo anterior cuántos luchadores y luchadoras hay así solo tenéis que empezar por haceros la siguiente pregunta: ¿Quiero ser algún día un héroe o heroína? 

Mario Rodríguez
Mi pasión, la música. Mi vida, la ciencia. "No hay pregunta en el mundo cuya respuesta no se pueda expresar bajo el objetivo de la Ciencia".

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