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Reflexión. La afinación entre canciones: ¿Necesidad técnica o manía de los músicos?

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Cada vez que asisto a un concierto, hay un detalle que siempre capta mi atención: la constante afinación de las guitarras entre canciones. No importa si es un solista con su guitarra en mano o una banda completa, siempre hay un momento en el que los músicos dedican unos segundos, a veces incluso minutos, a ajustar las clavijas y asegurarse de que cada cuerda esté en su punto exacto. Y no deja de sorprenderme la frecuencia con la que esto ocurre.

Puedo entender que, tras varias canciones, la tensión de las cuerdas pueda verse afectada. El calor de los focos, la fuerza con la que se toca o incluso el simple hecho de cambiar de tonalidad pueden provocar que el instrumento pierda un poco su afinación. Pero la gran pregunta que siempre me hago es: ¿es realmente necesario afinar en cada canción?

Desde mi experiencia como espectador, esto a veces resulta incluso molesto. Imagina que estás sumergido en la energía del concierto, la banda está en su punto álgido, el público corea la última nota con pasión… y de repente, un silencio. El guitarrista, sin prisa alguna, se pone a girar las clavijas de su guitarra mientras los demás esperan pacientemente. Es un paréntesis que puede romper la magia del momento.

Sin embargo, viendo la situación desde otra perspectiva, también es cierto que la música es una cuestión de perfección y detalles. Una guitarra desafinada puede arruinar por completo la experiencia sonora, especialmente en géneros donde la precisión es clave. En la era del sonido impecable y las grabaciones en alta fidelidad, los artistas quieren que su presentación en vivo suene tan bien como en el estudio. Quizás por eso se toman tan en serio la afinación constante.

También hay que considerar el factor de las distintas afinaciones entre canciones. Algunas bandas tocan con afinaciones diferentes según el tema, lo que obliga a reajustar la guitarra o, en el caso de los más profesionales, cambiar de instrumento por uno ya afinado. Esto es algo común en estilos como el metal o el rock alternativo, donde pueden usar desde una afinación estándar hasta una «drop tuning» dependiendo de la pieza.

Entonces, ¿es un capricho o una necesidad? Desde mi punto de vista, es un equilibrio difícil de encontrar. Si bien entiendo la importancia de sonar impecable, también considero que los músicos podrían buscar estrategias para hacer estos momentos más fluidos, sin que interrumpan tanto la dinámica del concierto. Tal vez podrían utilizar afinadores más rápidos, hacer ajustes en los silencios naturales de las canciones o incluso turnarse para afinar mientras otros interactúan con el público.

Sea como sea, seguiré observando este detalle en cada concierto al que asista. Quizás algún día logre entender por qué, a pesar de los avances tecnológicos, la afinación manual sigue siendo un ritual tan importante en el mundo de la música en vivo.

Andrés Grande
Fundador de Visto de Otro Lado. Apasionado por contar buenas historias desde los 14 años, combinando periodismo, comunicación digital y diseño para conectar con la cultura, la ciencia y la tecnología.

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