Tiene todo el sentido del mundo.
Me refiero a ¿“Queda claro quien son los reyes del underground, no”?.
Lo dijeron ellos, en la, según habían declarado, noche mas importante de su carrera en forma de concierto, me refiero al ya histórico paso por el Wizink Center de hace unos días, y no es a mi modesto parecer, un comentario baladí. No creo que nadie en su sano juicio pueda discutir mas allá de gustos personales el legado, y aún mas importante en mi opinión, el sitio que el dúo de Aluche le ha dado a la historia del Rap patrio. Y no hablo de números, apabullantes y gigantescos, sino de conseguir que a medida que su carrera ascendía, también pivotara a su alrededor la llegada del estilo a las audiencias masivas, lo escribí hace unos años, y marcara ya de paso a toda una generación que ha crecido con sus canciones.
La salida de su octavo trabajo discográfico, contando los tres volúmenes de los inconmensurables Hijos de la Ruina que les unen al nunca suficientemente reivindicado Recycled J, el esperado “Luna Llena”, ha suscitado como no podía ser de otra manera una montaña de opiniones de todo tipo por las canciones contenidas allí, y en las que arropados por una lista de nombres intachables, de Pablo Gareta a Deivhook el batería de Kitai, han dado en opinión del que suscribe un paso más, lógico si no quieren estancarse, en la evolución de su carrera sumando sonoridades como el Rock (la aparición de Kutxi Romero lo sella) el Reggaetón, o el R&B en unión de la lirica y las barras marca de la casa. La prueba de fuego del disco por supuesto, era llevarlo a los escenarios.
De ahí este tour y de ahí la cola inmensa que serpenteaba en los alrededores del Multiusos Sánchez Paraíso desde bien temprano, llamando la atención del común de los mortales que pasaba por allí.
Desde que arrancan, “Rumba”, “Elegante” y “Gloria” seguidas prácticamente, la nueva escenografía se declara espectacular huyendo de la celebérrima calavera, es cierto, y sustituyéndola por unas enormes pantallas a ambos lados de la parte de atrás, dejando a Saik su DJ justo en el medio. Es un montaje gigantesco, diseñado al milímetro para grandes espacios y lleno de luz y colores muy cuidados sin estridencias más allá del uso puntual del fuego, que albergará un set-list en el que sobre todo, atención a esto, predominarán los temas del nuevo disco. La idiosincrasia del dúo se mantiene impoluta, Natos y su cazalloso devenir mas áspero y duro y Waor mas calmado y ortodoxo, y dan cuenta de mas de veintiocho canciones sin parones estúpidos ni interrupciones de ningún tipo que lo acerca a dos generosas horas, una rara avis para los cánones del estilo que por fortuna van cambiando sobre todo en los shows mas grandes.
Ponen a bailar, fue así en muchas partes de la noche, como en una rave al sitio, cuando hacen una mundial “Hasta Que Salga el Sol” que corea todo el mundo por que queda espectacular, y consiguen emocionar al mirar atrás, sin ira sin remordimientos sin tener que, faltaría mas, pedir perdón por el nuevo disco cuando atacan las mas viejas, con “Generación Perdida” y una hardcore “Rocknrollas”, y emocionaron al ver luego a todo el mundo cantar las frases de “Septiembre” y corear con Natos solo “Noches sin Dormir” por que, no se confundan este es el quid de la noche, los temas nuevos funcionan muy bien en directo integrados plenamente en el concierto.
La fiesta que fue “Sudores Fríos”, que constante fue la presencia de Recycled J toda la noche y vuelvo a insistir en reivindicar su valía, casi eclipso a la enérgica “Vale Tudo” y a lo que vino antes de hacer “Piratas” en la que esgrimieron algunas de las proyecciones mas espectaculares de la noche. Las paradas en el material de los Hijos de la Ruina alcanzaron el paroxismo en la esperada “Mas Alcohol” que es para toda una generación la canción por excelencia, “Tomo Demasiado”, “Por Ti”, la estupenda “Quiero Volar” en la que ejercieron de rock stars sin ningún pudor, “Cura de Humildad”, el magistral momento en la que Waor hace “Caminaré” con Maka y su voz por debajo, “Dame Calor”, la preciosa “Tenias Razón” con los dos sentados en el centro de las tablas y con una mimada puesta en escena, “Platos Rotos” precediendo al celebérrimo “Gato de Callejón” que nos hizo acordarnos de Miguel Campello, las favoritas de casi todo el mundo “Bicho raro” y “Cicatrices” y el final esperado con “Es Como la Cocaína” y su revisión en forma de discoteca en directo.
Cuando todo acaba las dudas que pudieran existir a cuenta de la discusión de si lo de antes o lo que hacen ahora (¿…?) y si por le camino se ha quedado algo, son solo papel mojado cuando siguen siendo imbatibles en lo suyo. Un genero en si mismos.
Los reyes, si.
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