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Natos y Waor, la crónica de urgencia

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Recuerdo en su última venida hace unos años estar enfrente de la puerta del Potem mirando la cola que había antes de entrar y ya entonces me parecía increíble el cambio en la percepción de la gente. Me refiero a que el advenimiento y la normalización del Rap como música de masas empezaba ya a ser gigantesco pero ayer, cuando llego al Multiusos me vuelvo a asombrar cómo los de Madrid han pulverizado todos los registros de la historia en éxito y seguimiento. Los números dejan paralizado con solo mirar un poco: millones de reproducciones de sus canciones, una gira (“Cicatrices Tour”) mastodóntica, cinco mil tickets despachados para esta noche, y la histeria sin freno ni techo que les acompaña a todas partes (a todo esto, ¿cómo es posible que uno de los conciertos del año no haya merecido ni una mísera nota a pie de pagina en la prensa local?, aún mas, ¿cómo es posible que nadie parezca hacerse eco de la venida de unos artistas tan importantes que además han agotado el taquillaje del sitio mas grande de la ciudad sin esfuerzo?) con cada cosa que hacen es impresionante y, esto es lo más importante, absolutamente merecida.

Foto: Carlos Bartol

Con una producción gigantesca (la calavera, CO2, confeti… un montaje de grandes arenas absoluto), en la que les acompaña D.J. Saik cubriéndoles las espaldas, que ya quisieran para sí muchos nombres ilustres que todos podríamos citar, dan una noche plena de momentos para el recuerdo desde que abren con la celebérrima “Hustlers” y el sitio se vuelve literalmente loco coreándola desde la primera nota. De ahí al final navegan por un set list generoso que se pasa muy rápido en un santiamén en realidad porque, esto es una marca de la casa casi única, sus temas no son largos y parece casi un sueño verles encadenar canciones, “Miedo y Asco” “Piratas” “Bicho Raro” “Rocknrollas” y un increíble “Generación Perdida”, que esgrimen los argumentos que les han hecho convertirse en dos de los artistas mas grandes de la historia de un estilo que nunca ha sido tan enorme: la voces distintas y complementarias, Natos y el rasgado y cazallero  fraseo, Waor, fue muy emotivo cuando cito sus orígenes, más clásico y ortodoxo, las letras que han marcado (esto es una realidad indiscutible) a una generación que ha crecido escuchando y asumiendo que la música urbana es la suya, y las bases sencillas y con enjundia del gran trabajo de Saik por detrás. Vuela la cabeza poder ver “Carretera” o “Camarón” mientras la gente las lleva en volandas, porque repito, es así de sencillo, son los himnos generacionales con los que han crecido, alternando con momentos tan grandes como un “Caminaré” con la voz de Maka sonando por abajo y los versos de una canción que es simplemente tan bella como dolorosa, o la más reciente “Gato de Callejón”  que quedó increíble. La recta final con “Calavera No Chilla”, “Betsellers” y un tremendo y bailongo (casi electrónico) “Es Como La Cocaína” fue para enmarcar. Imponente.

Foto: Carlos Bartol

Pero hubo mucho más.

La noche la habían abierto Dose y Stewar al frente de Los Chicos de la Lluvia y me emociono de nuevo al ver a unos artistas que, es así de sencillo, es una cuestión solo de tiempo que alcancen la cumbre. Es mi cuarta vez con la banda esta gira y, ya lo he dicho a quien ha querido escucharlo hasta la saciedad, es increíble la curva de ascenso que siguen. Una banda de palabras mayores, háganse un favor y miren esta increíble base rítmica con Víctor Molina e Imanol Nieto o ese saxo de Carlos Nieto, canciones para abrumar desde que abren con “Chekka” y el estupendo “No Diggity” de estribillo imposible de olvidar, “Dale” o el casi épico “De niños querían ser Kase” y un “I Need a Dólar” que consiguió conmover,  y un directo demoledor que es adictivo y que cada vez va a más. Se hacen con el escenario y con la parroquia desde que salen y, estoy seguro, mucha gente que les experimentaba por primera vez se fueron convencidos y ganados para la causa. Como decía, sólo una cuestión de tiempo.

Una de las noches más importantes del año sin ninguna duda.

Fotografías de Carlos Bartol.

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Paco Jiménez
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