Crónicascultura

MIRANDA Music Factory, Salamanca

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Era un día horrible de puro invierno. La lluvia, la nieve y el frio infernal que se te metía en los huesos no dio tregua hasta bien entrada la tarde, así que ya pueden imaginar lo horripilante que tuvo que ser aguantar a pie de calle, haciendo cola además, a que pasaran las horas. Viene esto a cuenta de las tres personas que a las ocho de la mañana se presentaban en la puerta de la sala, con el personal de limpieza recién llegado, para coger el mejor sitio para la venida de Miranda a Salamanca que empezaba, atención a esto, a las nueve de la noche (¡¡¡¡).

Pero es que no fueron las únicas, ojo.

Y ahorrémonos vistazos de conmiseración de algo así, si esas mismas horas de penalidades las hicieran por pongamos Swift o Springsteen ¿estaría mucho mejor mirado?, por que esto amigos es el poder mágico y brutal que tiene la música. Era la primera vez que venía, quitando su incursión hace un par de años con su hermanito Nadal 015 cuando este llegó al Music también, y las expectativas y las ganas estaban por las nubes para ver su primera gran gira en solitario. La imposible tarea de hacerse con un ticket para el concierto dejó en el aire la posibilidad de un segundo pase, que hubiera sido lo necesario.

No es ningún secreto que el de Tetuán está posicionado como uno de los grandes aspirantes a asaltar los puestos de la parte de arriba de la tabla. El crecimiento exponencial de su carrera es mas que merecido y lo mejor es que emana de ella la sensación de que lo mejor está por llegar al ser tan joven. Tiene barras espectaculares en unas letras mimadas al detalle, acompañadas de unas bases poderosas, y por ahora no ha dado un paso en falso en una escena superpoblada y tan dada al exceso, ay,  como la Urbana.

Acompañado discretamente, ocupó toda la noche un segundo plano sin ningún tipo de alardes ni tonterías, atrás por Mauvetrip en los controles, basó toda la comparecencia en su voz que estaba en perfecto estado, y en unas canciones que llevadas al directo ganan enteros sin ninguna duda. El fulgurante tiempo en escena, una hora y para casa, lo aprovechó con creces con un set-list pleno de todas las que esperábamos y más, se fue a 19 temas, y tuvo que repetir “Destello” para terminar, y que en ningún momento pidió mas tiempo. Era el justo.

No dio, esto es curioso, la sensación desde que abrió la noche con “Hold Me de que esta era la primera vez que ejercía de cabeza de cartel en una gira propia. Dominó los tiempos y, afortunadamente, no abusó de los ruidos para no se quien, mas allá de presentar al principio a Mauve. Por descontado que si hubiera querido no habría tenido que cantar, pues desde el inicio el publico le llevó en volandas con histeria. Los detalles, los recuerdos a cuando empezó en “Huecos” citando a Sosad y a “Gigantes” su único disco el tremendo acapella que hizo en “Lo que he conseguido” el citar a Nadal en una estupenda “Demons”, el estreno de “Reflejos”, o la sentida traslación de “No estabas”, se acumularon en una noche para archivar.

No quiero verme envejecer, dice en una estrofa. El final con “Latidos” y el must que es “Volver” (ya les conté el bolazo que dio Hard GZ hace unos días, así que no me extenderé de las posibilidades de una canción que hace un junte con los dos) lo rubrica, si.

Imperdible, pero ya lo esperábamos.

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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