No creo que mas allá de sus gustos personales sea casualidad que David Ruiz el cantante y guitarra de La M.O.D.A. lleve en su brazo derecho tatuado a Johnny Cash. Y quede claro que no me refiero a que la banda use la impresionante, no hay otra palabra amigos, revisión que el hombre hizo del “I Won´t Back Down” de Tom Petty para el tercer lanzamiento que sacó con el sello de Rick Rubin American Recordings, como intro de sus conciertos.
No. No es eso.
Se trata en mi opinión de la atemporalidad de un clásico.
Parecía difícil a priori acercarse a un disco, el quinto ya casi parece increíble, en el que la banda se basaría en los recopilatorios de música popular burgalesa que elaboraron Federico Olmeda en 1903 y Antonio José en 1932 para crearlo, y que bautizaban como “Nuevo Cancionero Burgalés”. Un disco en el que, no olvidemos esto, por primera vez las letras no son suyas, y que corría un peligro muy serio de sonar antiguo o desfasado a tenor del contenido que querían para el. Y sin embargo ocurrió justo lo contario. La elaboración de la música partiendo de cero, toda es suya, con lo que esos textos le evocaban sin basarse en las melodías tradicionales fue un acierto absoluto, y con la producción atinadísima de Gorka Urbizu ( el alma y cerebro de Berri Txarrak) dio como resultado una de las mejores grabaciones de la banda en la que por increíble que parezca suenan a todo lo que les ha hecho una de las agrupaciones mas importantes del país en estos últimos años.
Suena a ellos. Ni mas ni menos.
Y no estoy diciendo que la propuesta de actualizar folklore tradicional sea algo único de los de Burgos. Los ejemplos, desde Rodrigo Cuevas a Tanxugueiras por citar algunos, son variados y de una calidad altísima muchos de ellos. Pero es el caso del disco que la banda venía a presentar una rara avis en medio de todo este panorama pues no solo han ganado cierta rotundidad y dureza con el, sino también pervivencia en el tiempo como muy bien apuntaba JC Peña en su critica del álbum para Mondo Sonoro aun a pesar de suavizar un poco, poco, la parte que conectaba mas con el material antiguo. La atemporalidad de la que hablaba antes.
Tampoco hará falta hablar aquí del status del grupo que, atención a esto quien quiera dedicarse a este oficio, a base de trabajo duro y autogestión han logrado llegar a la parte mas alta de la tabla con una carrera que parece sencillamente perfecta. Solo había que mirar la histeria de los días previos en busca, labor inútil, de una entrada para un concierto que se preveía iba a ser uno de los momentos del año musical, con el añadido de lo que había en la ciudad ese día a nivel de espectáculos en directo y de que la banda había venido el año pasado, y aún así el papel se agotó como era de prever. Y no se debe ignorar que ya convocan a mas de una generación por que así como al principio era el publico mas joven quien hacía cola para verles, ahora ya el espectro es mucho mas amplio con todo tipo de edades.
Cuando salen ante un personal que duró justo tres segundos sentado antes de levantarse al unísono como un resorte bien engrasado, vuelvo a pensar en que se hace difícil encontrar alguna pega en los directos de la banda. Fueron como siempre a lo suyo. Honestos y sinceros sin parrafadas de mas, de hecho siempre me ha llamado la atención que no pierden ni un segundo en esto mas allá de agradecer emocionados al publico que hubiera venido, ni estridencias de ningún tipo. Como instrumentistas haya poco que añadir a lo que hacen cuando los ves encima de un escenario. El inmenso trabajo de Caleb Melguizo y Jorge Juan Mariscal en la base rítmica, la seguridad que dan Alvar de Pablo y Jacobo Naya con todo tipo de instrumentos y voces, la guitarra magnifica de Nacho Mur y el favorito del que suscribe por el protagonismo que tiene el acordeón en la música del grupo Joselito Maravillas hacen que un set.list generoso, de mas de veinte temas, te sepa a poco y se pase en un santiamén.
La lista de canciones desde que abren con “Un Lunes”, “La Molinera” y “Una Canción para no Decir Te Quiero” fue, con paradas obligatorias en el ultimo disco, un recorrido por todo su cancionero. Fue un must ver de nuevo “Vasos Vacíos”, “PRMVR”, “Catedrales” o un sorprendente “Miles Davis” es cierto, pero el encanto absoluto de “No Canto Yo”, el sudoroso arrebato abajo con “Gasoline” o esa maravilla que es “los Lobos” no le fueron a la zaga. Las nuevas composiciones están plenamente integradas en el discurrir de los conciertos, ni les cuento lo que pasó cuando cerraron con “Mañana voy a Burgos” pero ojo a como trasladan al directo “Miraflores”, y el bis llevaba todas las que están pensando (“Nómadas, “1932, y si. Un “Héroes del Sábado” que había, mucha gente apostaría, quien llevaba esperando desde el principio.) y no creo que nadie con la suficiente sangre en las venas, sintiese que no había presenciado uno de los mejores actos de directo que uno puede encontrarse hoy.
Lo demás sobra.
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