Hay una escena en Grupo Salvaje, la odisea de Sam Peckinpah que en mi opinión cambió el cine, que siempre me ha fascinado. La banda de Pike sale del pueblo de Ángel, y los vecinos les hacen una especie de pasillo despidiéndoles mientras cantan una canción muy triste, “La Golondrina”, y aunque sonríen y se muestran alegres, sabes que todos esos tipos van a una muerte segura. El otro día salvando las distancias, volví a recordarla cuando Kritter anunciaban a quien les acompañarían en su concierto de Salamanca. Era una apuesta tan valiente, una banda mucho mas joven y en pleno estado de forma, como arriesgada, me refiero a los apuros que podría causarles salir detrás y que dieran como resultado acabar damnificados. Pero afortunadamente solo era una impresión peregrina.
Y la razón es que no creo que nadie en su sano juicio se fuera defraudado de lo que se vivió y nos enseñaron en una llena, pero menos de lo que hubiera debido y merecido, Sala B cuando la gira de presentación del último disco de la banda, llegaba por fin a Salamanca.
Constantemente me preguntan por la escena de la ciudad y siempre digo lo mismo. Lo que necesita en mi opinión sobre todo es que la apoyemos sin fisuras. Huyendo de localismos y tonterías, solo a base de comprar un disco, una camiseta (en mi caso además, festivales) o lo que sea, y lo principal que vayamos a todos los conciertos que podamos (como muestra bien vale la noche que nos ocupa), y hagamos apología de algo tan brillante y lleno de tanta gente con talento. Y a eso voy con la elección de Dystopian Omen para abrir una fecha tan comprometida de los protagonistas. No podrían en mi modesta opinión, haberlo hecho mejor.
He podido seguir la carrera de Marina García desde que comenzó en aquella seminal formación de Twice hace, lo parece al menos, eones y después en todas sus encarnaciones. Nunca a mi entender en toda ella lo ha hecho mejor y mas centrada que en su actual puesto como bajista en Dystopian Omen. Las guitarras de Nacho Rodríguez y de Oliver Sánchez son tan cuidadas y técnicas que apenas les permiten moverse unos palmos so pena de perderse en los espacios. Jorge Azofra es uno de los grandes baluartes del Urderground a nivel comunitario. A su alrededor pivotan un montón de proyectos, ahora toca en 6 bandas (¿…?), que atesoran su pericia y magnifico hacer tras la batería. Y caso aparte es poder ver sobrevolando por encima a María Banshee y su voz de otro planeta capaz de hacernos creer que algo tan difícil como cantar así pueda parecer fácil, y que le otorga a la banda un nivel estratosférico dentro o, esto es la clave, fuera del universo del death growl.
Pelearon contra gigantes desde que salieron con el inexplicable abismo insondable que parecía haber entre el escenario y el publico y que solo se rompió, para nuestra vergüenza por que dolió que fuera con un tema que no era suyo, cuando hicieron al final una tremebunda revisión de “Arise”, la canción de Sepultura, y unos tímidos bailes hicieron su aparición. Centrados en “Medusa´s Rage” su primer disco mas allá de EP´s , volaron el sitio desde que abrieron con la brutalidad que exhibe “Awakening”, y su Death Metal aderezado con elementos del Trash y del Doom, inundó un espacio que se vio muy claro que aun (ojo, aun) no es el suyo, y haciéndonos ansiar poder ver cosas como el cuasi Punk sucio y abrasivo que abre “My Heretic Creed” o el siniestro inicio y luego la extrema velocidad de “The Man In The Mirror”,en un sitio como el añorado 13 Monos o el actual MOM con la gente apiñada a pie de escenario y el calor y la música golpeando.
Por el camino fue un must verles hacer un montón de destellos de brillantez absolutos en su tiempo en escena, la transición en los cambios de “Symphony Of The New Order” los dos temas nuevos que estrenaron y que irán en un futuro split compartido “False Prometheus” y la magnifica “Bathory´s Curse” el speech mas importante de toda la noche que hizo Banshee para presentar la homónima del álbum con un trabajo inmenso de Azofra, aún viéndole visiblemente incomodo en un kit que no era el suyo, atrás, o la grasienta y tremenda traslación de “Sleep Paralysis” al directo con las guitarras inflamadas. Es cierto que dieron una demostración de poderío superlativo, pero no lo es menos , el que suscribe da fe de ello a base de verles, que siempre lo hacen.
Tras esa exhibición Kritter hicieron lo único que cabía.
La salida de “Special K” el último lanzamiento de una discografía extensa ya que va camino de las dos décadas, ha supuesto a mi modo de ver un soplo de aire fresco en la banda, y esos temas han encajado como un guante en el setlist de los conciertos. Desde que abrieron a tumba abierta, era la única opción repito, con “As Gunpowder Needs a War”, se vaciaron en una comparecencia metalizada al máximo y comandada por las señas de identidad del grupo en todos estos años de carrera. El impacto de Javier Domínguez con su bajo llevando el peso del concierto sin parar ni un segundo de moverse, las guitarras hirientes de Javier Hernández y José Antonio Rodríguez repartiéndose el protagonismo, la batería (fue una noche de baterías, sin duda) devastadora de David Yagúe con el contrapunto de los teclados de Rodrigo Borrego y el inmenso trabajo en la voz de Gabe Salgado que no es solo el vocalista mas longevo en la historia del grupo, también es en mi modesta opinión el que mejor ha sabido entender todas esas canciones. La incógnita de cómo estarían para un show que exige tanto físicamente, el correr del tiempo es eso cuando estás encima de un escenario, la despejaron al instante a base de sudor y honestidad sin paños calientes.
Se aplicaron con enjundia al ultimo material pero no en exclusiva. El paso por “This Is Our War” nada mas empezar con un “Sucker” tan trotón como adictivo nos recordó que no viene de ahora la cosa, pero las recientes “Eyes Shut” , la traslación del serpenteante “Memento Mori” y el single y video “Slow Burn” fueron espectaculares en un pase medido que imprimió velocidad de crucero desde que arrancó, y que solo bajó las revoluciones para un por fortuna corto solo de batería en el segundo acto. Siempre preocupados de no estancarse, las deliciosas partes pregrabadas son un acierto absoluto, se complementaron con los bailes en mini performance de Mónica Agreda en momentos puntuales del show ( recordé aunque no tenga nada que ver el trabajo de Danielle Stampe con Gwar) como en “Psychocarnival”, y fueron al turrón sin parrafadas ni tonterías mas allá de unos pocos agradecimientos en una duración adecuada, porque no hacía falta mas que la hora y cuarto o algo así, que hicieron.
La olla se llenó de presión y calor a medida que avanzaba la noche (“”Your Sacrifice” y “Bood Work” ayudaron y mucho) lanzada por lo que estaba ocurriendo encima de las tablas, “”Ashes Of A Life” y ese cumulo de emociones de canción que es “Empty River” y sus cambios imposibles la impulsaron con la voz de Salgado en perfecto estado de revista mas allá del asumible cansancio físico. La parte final fue droga dura con Domínguez abajo entre la gente y con el celebérrimo “We Die” que, es cierto, fue una fiesta con todo el mundo cantándola, pero a un servidor lo que realmente le conquistó de ese ultimo tramo fue ver el encaje perfecto en medio del lio de la arrebatadora traslación de “Terror In Tokyo” una de las mejores canciones que han puesto en circulación en los últimos tiempos desde que se abre con ese magnifico teclado omnipresente y con su áspero y agresivo estribillo.
Está de mas decir que fue grande.
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