Era una oportunidad casi única amigos. Dos noches para la historia. Hagan memoria cuantas así, con sendos llenazos que están al alcance de muy pocos artistas, y con la histeria y las ganas de verle de nuevo por las nubes (no había vuelto desde su paso por Tres Acordes Fest), reflejadas en esa foto fija que se graba en la memoria de la cola de acceso a la Sala B serpenteando en la puerta con cada una de las comparecencias.
Es indudable, en mi opinión, que la carrera del hombre dio un vuelco cuando “Álbum Uno” hizo su aparición. La irrupción y el abrazo a nuevas sonoridades en su cancionero que ese disco ha propiciado, ha sido un paso de gigante en la evolución de un artista, ya lo dije en su momento, que estaba pidiendo a gritos pasar a las ligas mayores, mirando de reojo circunscripciones y etiquetas que ya no parece necesitar.
Apoyado en una banda real, poderosa y extraordinaria, que puede con todo y con el eterno acompañamiento de Kaplan tras los platos (y más cosas: sintes armónica etc.) cumple con la doble cita con aplomo de grande, es cierto, pero sin perder un ápice de la naturalidad y la frescura que le han caracterizado siempre (¿es en serio esto?, me pregunta alguien a mi lado cuando cierra con la sintonía de Oliver y Benji la primera de las noches). Fajador experimentado se mueve en los dos bolos en un set-list que abarca casi toda su producción con momentos realmente inspirados y brillantes.
Abre ambas con cautela a base de “Quiero Marcharme” y “Rueda” y asombra ver los matices que ganan las canciones (muy claro en las Summer Series: “Ibiza” “Benicassim” o “Santa Mónica”) con la presencia en su banda de músicos tan sobresalientes como Omar Alcaide (qué grande verle solo en el escenario con la guitarra, cuando le da espacio en “Tap Omar” y pensar que solo tiene ¡¡19 años!!), Gabriel Fernández ó la tremenda pegada de Christian Delgado a la batería que dejan su impronta en unos temas, sobresaliente “Love” y ciertamente efectivo el nuevo “Mac Miller” que estrena y rueda, como cuando atacan “Mira Pa Otro lao” ó “Si Yo Estuviera Enamorao” y que alcanza el clímax en las partes finales con la visita de su hermanito Dose (que está en la rampa hacia la cumbre, no lo olviden y sino fíjense en cuando se queda solo en el escenario) y un espectacular “En Privao”. Los dos pases increíbles de la celebérrima “Química” son para enmarcar con toda la sala pidiéndola a gritos justo al acabar el falso final que propicia “Nos Vamos a Comer El Mundo”, una de sus letras más inolvidables, y el cierre definitivo con “Mil Pecados” para conservar en la retina.
Dos noches de las que no se olvidan, sin ninguna duda, de un artista que parece no tener techo.
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