Salgo corriendo del doble pase del jueves para escribir, cuando alguien me para y me pregunta por las ferias y los conciertos de este año y me lo suelta. Mañana no se llena (¿…?), dice, y añade que estos artistas de ahora no dan para eso. Además aconseja el “experto” que me quede en casa . El resultado es conocido, claro. Gente haciendo valla desde por la mañana, grupos de die-hard fans aguantado sol, frio o lo que sea por pillar sitio, plaza a reventar en el momento de salir y cerramiento al poco, y un servidor donde siempre.
Justo como pronosticaba el tipo.
No es el protagonista santo de la devoción del que suscribe, pero lo que si siento es mucha afinidad con toda la gente que ha empleado un día, o dos ojo, enteros de sus vidas para hacer cola delante de un escenario desoladoramente vacío (no olvidemos que el tipo va con secuencias , y hasta que no se desate el bolo, la producción esta por ver para la mayoría de la gente) mientras avanzan las horas hasta el comienzo, y el común de los mortales que pasa por el sitio les miran como si fueran venusianos, en el mejor de los casos, o directamente idiotas. Ni recuerdo las veces que lo he hecho.
El show de Abraham Mateo fue impecable y eso más allá de gustos personales no se puede discutir. Diseñado para grandes arenas, fuego chispas CO2 confeti y serpentinas globos gigantes, y medido al milímetro, con todos los temas que se imaginan desde que abrió con “Loco Enamorado” (el momento fue “Clavaito” sin duda y a titulo personal me llamó la atención ver en directo ese extraño apaño que hace con el “Maniac” que Michael Sembello hizo para Flashdance) y con el constante apoyo al protagonista de su grupo de baile.
Fue un must ver la plaza estallar, literalmente, con sus canciones con una media de edad muy joven (ya lo apuntaba ayer un servidor lo que iba a pasar estos días), mientras con el trabajo en la sombra del regidor José Cano (increíble su labor en la cocina del bolo con la música, la escenografía y todo lo demás) llevaba a buen puerto el pase. Los filtros, como todos. Usados y abusados, pero no creo que nadie esperara ver otra cosa, a no ser que se confundiera de concierto, y tal vez no sea tan malo. Es el signo de los tiempos en la escena musical, y tampoco creo que haya que darle mas vueltas siendo consciente de lo que vas a ver. La ultima parte en el extraño DJ set que se marca tras el encore, parecía un poco forzada al principio, pero luego funciona muy bien, es cierto.
Uy, hoy lo que llega. Ya les cuento con calma.
Fotografía: J. A. Martín
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