Era tarea imposible ya no entrar, acercarse tan siquiera a una plaza hasta la bandera. Se cumplió al dedillo el guión que los días previos hablaba del llenazo que iba a ser casi histórico, por que las cifras que acompañan al protagonista son sencillamente gigantescas en cada bolo que hace. Recuerdo una cosa que dijo en no se que entrevista, “el reguetón es como una camiseta del chino, te vale para tres lavados pero al quinto ya esta gastada y ruñida”, cuando un grupo de gente a mi lado grita su nombre a pulmón.
Esta noche a mi modesto parecer el bolo de la plaza acogía dos lecturas.
La de la parte artística, la mas fácil de valorar y si me apuran juzgar, y la del (guste o no, ese es otro tema) fenómeno social que es la carrera de Omar Montes.
Lleva el que suscribe un puñado de días oyendo a gente de todo pelaje loando o denostando indistintamente ambas por que pareciera, y probablemente sea la realidad, que no se dan una sin la otra. Ni les hablo de la media de edad que había, a eso quería llegar, por que el hombre sobre todo es un emblema de vida, trascendiendo ya del artisteo, para los mas jóvenes, y de ahí lo de su calado en la sociedad. Y como en cualquier otra cosa que atañe a tanta masa social, habrá quien crea (más allá de las canciones que casi son secundarias en esa parte de la discusión) que es bueno, y quien crea que no.
Que trabajo tan enorme el de Albert Novo abriendo el bolo con una sesión estupenda que calentó el ambiente a base de bien. Y aguantó estoicamente el retraso del hombre en salir, poniendo al publico a 200, justificando de sobra su inclusión en la noche.
Cuando el protagonista se sube arriba y arranca con “Matador” el tema que hizo a pachas con Saiko y que luego recauchutó que contiene el “Morena de mi Corazón” vía Los Lobos y Banderas nadie presta atención a lo que les comentaba, por que, aquí si amigos, nada importa mas que las canciones. Y de eso, citen una que seguro que la hizo, va sobrado.
Acompañado de un, que apropiada es aquí la palabra, espectáculo visual de primera, fuegos confeti bailes constantes, se aplicó a un setlist con todas las que la gente esperaba. La emoción de poder oír al fin, tras el frustrado intento del extraño festival del multi, “La Llama del Amor” , “Patio de la cárcel”, “Metido en un lio” o “Conmigo” fue de aúpa. La salida de Fabbio para hacer colabo, como les quedó “Diablita”, el buen hacer de su grupo de músicos (Marcos Ortega a la trompeta, Javier Campos saxo y guitarra, y Roberto Lorenzo al trombón), la entrega atrás de Nico Bueno tras los controles del DJ, los coristas y el grupo de baile todos juntos mientras caía (“El Pantalón”, “Alocao”, “Beba que quieres que haga”…) una tras otra.
Los detalles, el invitar a la pequeña María de la sonrisa de María al escenario, las constantes subidas de fans a cantar y hacerse fotos con el, el final bruto con “Prendio” por todo lo alto, y mil mas. Fue un bolo de altura con la cercanía absoluta que exhibió con el publico por bandera, y mas allá de los peros que les podamos poner, como todos los shows de grandes arenas los tiene, no defraudó. La mención gordísima de la noche mas allá de lo que ocurrió en el escenario debe ser para el equipazo de seguridad, protección civil, cruz roja y policía que veló por que todo fuera bien en una noche tan complicada para todos, con todo tipo de intervenciones.
Hoy llega una leyenda de la historia de la música. Perderse algo así sería una somera estupidez.
Fotos. Víctor Iglesias
Comentarios