Dos cosas me llaman la atención cuando entro en la plaza unos minutos antes del lio: la cantidad de gente que hay esperando ya, y la edad que exhiben (mucha de ella con bastantes años, lo cual prueba que la edad media que se le supone a estas cosas es una falacia). La noche de la electrónica tiene a priori buen cartel, no cabe ninguna duda, y la ciudad responde abarrotando el sitio con llenazo, otro más en lo que va de ferias. Intento recordad alguna fecha de algún artista en la Plaza que haya empezado tarde, supongo que la habrá, no sabría decir. El protagonista de la noche, el madrileño DJ Nano, arrancó pasado un poco el tiempo a toda velocidad, lógico, por un imprevisto en la carretera. Me sorprende, lo reconozco, que abra el la noche, pero a estas alturas ya casi nada me pilla con el paso cambiado. El hombre se pulió una sesión de menos a mas llena de guiños al pasado relativamente mas corta que la de su compañero de bolo el jovencísimo Adrián Fyrla, que en mi opinión estuvo por encima del plato principal con una sesión hard-core llena de ratos casi magicos, convirtiendo los dos con su buen hacer toda la plaza en una gigantesca rave, y con todo el personal entregado al frenesí de la música. Es una gozada ver bailar y disfrutar a la parroquia, afortunadamente, en un lugar tan emblemático con un estilo que, ay, no sería imaginable hace unos años para este recinto. Me quedo con la imagen de Fyrla subido a la mesa mientras suena un sorprendente “It´s My Life” de los ínclitos Bon Jovi. Impagable.
Esto va llegando al final y no hay quien lo pare.
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