Fue solo un instante, el minutaje de una canción, pero sirve a la perfección para ilustrar el asunto. Verán, hace algún tiempo un servidor ya escribió sobre el, a todas luces, inevitable relevo generacional en el Rap patrio poniendo el foco en, esto claramente visible, el momento esplendido de público y seguimiento que atraviesa la escena, y en las cotas de popularidad que ha engendrado y que eran prácticamente impensables para los artistas más veteranos que lo empezaron.
Sin entrar en disquisiciones de calidades, como en todas las escenas las hay mejores y peores al margen de la superpoblación de ejecutantes actual que a mi entender es el mayor problema, está claro en mi humilde opinión que nunca ha habido una coyuntura mejor que la presente y solo hay que mirar las cifras para constatarlo. Y conste que no me refiero solo a redes y reproducciones, que también ojo, sino sobre todo a los conciertos y giras que han alcanzado proporciones enormes, gigantescas en algunos casos, y que parecen al menos de momento no tener techo, aún con el terrorífico hiato pandémico por medio.
De ahí la importancia de ver juntos en el escenario a algunas de las más grandes luminarias patrias en un dream team que casi parecía irreal cuando sonó “Malamanera” hacía el final de una noche que, estaba claro, sería para el recuerdo. Ahí concentrados estaban algunos nombres, no todos por supuesto, llamados a encabezar la escena sin ninguna duda.
La última vez que me encontré con Fernandocosta en una sala en Salamanca (ya advertí sobre lo que a mi parecer se veía venir cuando anoté en mi crónica “dentro de unos años podremos decir que estuvimos en ese bolo”) dejó claro que quería, y podía atención a esto, tener el lícito empeño de llegar a la parte de arriba de la tabla, y hacerlo con unos argumentos, de esto se trata en realidad, y en la forma de un cancionero casi irresistible.
Y baste un comentario del protagonista durante la noche, “cuatro años sin sacar disco y han venido ocho mil”, para comprender la magnitud de lo que se vivió en un abarrotado Vistalegre del que desde horas antes en las colas de acceso, ya se notaba la emoción y ganas que había para verle a él y a Las Ninyas del Corro.
La inclusión de Laüra Bonsai y Felinna Vallejo fue un acierto absoluto, y un guiño indiscutible a ese relevo del que hablaba antes, porque si no se tuerce mucho la cosa, están llamadas a convertirse en uno de los grandes referentes del Hip-Hop estatales. Tienen actitud a toneladas, unos textos admirables para alguien tan joven y lo rodean todo de unas bases poderosísimas que conforman un tracklist lleno de detalles superlativos (las referencias a Kusturica, Cohen, Notorius B.I.G. Beastie Boys ó Pussy Riot, samplear a Metallica o ese deje por momentos a Cypress Hill, por citar algunos).
Acompañadas atrás por el trabajo correctísimo de Esse Delgado, había abierto la noche él solo iniciando el ambiente, desde que empezaron con “Bulgaria” se merendaron el papelón de arrancar una fiesta que, seamos claros, no era la suya, pero en la que canciones como “L.N.D.C.”, “Jumanji”, ó la inmensa “Onna Bugeisha”, pusieron a hervir. Ya verán como dentro de nada hacemos colas kilométricas también por ellas.
El escenario del palacio acogía un montaje enorme, plataformas, pirotecnia, el consabido lanzallamas, un grupo de baile acompañándole etc. , para cuando apareció el protagonista de la noche con, agárrense, “Narcolepsia” ,“Por La Calle Abajo” y “Dynamo” que, desde el primer momento, enloquecieron al personal y con razón. Poseedor de un carisma indiscutible y de una voz áspera y recia, los ritmos agresivos, y abrasivos, marca de la casa inundaron el sitio con la premura de quien se sabe caballo ganador. De ahí al final hubo mucha tela que cortar, es cierto, pero es difícil ponerle pegas a un set-list llenísimo de must como “Etapas Raras”, “Rolas”, “Lento” que cantó en el publico, ó la durísima en directo “Fratellos” por decir algunas.
Y si bien es cierto que al principio eché de menos a Blasfem, el estupendo Datflex me lo hizo olvidar con un trabajo intachable tras los platos, que, de la mitad del bolo en adelante cuando empezaron a salir los invitados a hacer las colabos, fue aún a mejor.
Porque esa es otra amigos.
Estaba claro que no era un concierto al uso, pero no creo que nadie anticipara lo que iba a pasar allí. Me refiero claro al hecho de que el de Ibiza se rodeara de muchos de los nombres ilustrísimos con los que ha trabajado en sus canciones. La lista tira para atrás y los momentos con cada invitado fueron pura magia (Juancho Marques en “Belfast”, JDose en “Dale”, Natos & Waor en “Hustlers”, Dollar en “Pa que lo Gozen”, etc) pero sobre todo uno para el que suscribe fue impresionante.
¿Recuerdan a Galactus devorando planetas?, pues eso fue lo que hicieron Ayax y Prok cuando se unieron al titular en dos temas que, a mi parecer, fueron de lo mejor de la noche, y si me apuran del año, y eso repito en un bolo histórico y mayestático de principio a fin. Pero cuando los gemelos salieron, sobre todo se vio en una impresionante y casi épica “Lutte”, arrasaron todo a su paso con sus voces rotas e inconfundibles, y una presencia escénica tan punk y anárquica como pocas. Y fue genial verles de nuevo en una festiva “Malamanera” con todos los demás invitados (hubiera sido un detalle invitar también a Las Ninyas) que cerraría, pero ese primer contacto con ellos arriba fue tan seductor como brutal.
A todo esto veintipico temas con los acapellas que nos enseñó del futuro nuevo álbum, que se pasaron en un instante y que dejaron clara la calidad que atesora el tipo. Así que sí. Misión cumplida.
Grande, pero no esperábamos otra cosa tratándose de él.
Fotos: Víctor J. Fry
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