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Primera crónica del Festival FACYL

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Venga va.  Dejémonos si les parece de nostalgias demagógicas, a mi me gustaba mas antes y bla bla bla, que a mi modo de ver no conducen a nada por que son disquisiciones estériles, y vayamos al grano por que arranca la nueva edición del Facyl.  

Y aunque es cierto que el que suscribe ha dicho en muchas ocasiones que inexplicablemente aún parece faltar la conexión total del evento con la ciudad que lo acoge, si preguntan a la gente (lo más importante) podrán constatarlo, no es menos verdad que el cambio del año pasado convirtiéndolo en un evento de vanguardias puro, ah, amigos, ya salió el palabro, que no son para el gusto de todo el mundo no se equivoquen, en mi parecer ha sincerado la propuesta.

Esto es lo que somos ahora tras todos esos vaivenes ridículos parecen decir quienes llevan el timón (y vuelvo a mencionar lo que ya escribí: no hablo de políticos imbéciles en la foto de turno, digo las personas que rigen los designios de verdad y que saben de programación cultural) y aquí nos tenéis cada año si queréis. A lo mejor, pongamos por ejemplo, lo que hace falta es que consulten de verdad lo que opina el personal ó, llámenme loco, revisar si no hay nadie con el talento suficiente (¿…?) en la ciudad para llevar las riendas en alguna ocasión. Cosas así.

La buena noticia es que afortunadamente hemos ganado presencialidad, nada nuevo para quién va de bolos habitualmente, y aumento de aforos y aunque, ya lo dije el año anterior, la importantísima parte digital del festival llegó para quedarse, ya podemos disfrutarlo mas como antes del hiato pandémico.

Una aclaración antes de seguir. El que suscribe ve, pongamos, cien bolos o más al año (en condiciones normales hablo), la mayoría en clubs sucios y sudorosos de los que te pegas al suelo cuando llevas un rato, así que no soy sospechoso de nada. En realidad bebo agua de los charcos y ese es mi hábitat natural. Viene a cuento esto de el cartel de actos musicales de este año que, en mi opinión, va a darnos muchas alegrías. Baste con ver la apertura anoche.

Más que una canción, me parece una tesis filosófica. La sentencia no es mía ojo, es de alguien que se la ponía en los comments al video de “Fiera de Mi” de Maria Arnal i Marcel Bages en YTube. Con esa idea en mente me aúpo al C.A.E.M. que acoge el paso del dúo, ya no, por la ciudad, en la primera noche del festival.

El colega Yeray S. Iborra escribe sobre ellos en una de las cabeceras a las que me debo, me refiero a Mondo Sonoro, “El respeto no es admirar la obra sino intervenirla” a cuenta de la aparente falsa frialdad que emana del show que acompaña la presentación de “Clamor”, su segundo álbum y último lanzamiento de los protagonistas, y Luis Hidalgo en El País habla de que “Su música se extiende como polen primaveral”.

Los dos apuntes en mi opinión son acertados.

Basta con mirar cómo evoluciona el concierto y lo que está pasando encima del escenario. Me acuerdo de Lekuona, no se por qué, mientras miro lo reconozco con ambiciosa fascinación lo que está pasando arriba.

Practicantes de un pop electrónico, ya me disculparán, pero me parto de risa con lo de mutante, agradable al oído y pleno de atmosferas infinitas surcadas de coros y de, aún más importante a mi parecer, luminosidad (fíjense en el empezar y el desarrollo de “Cant de la Sibil-la”) y poderío (“La Gent” es casi épica) cumplen un pase notorio y ciertamente adictivo desde que abren con la estupenda “Milagro”.

Rodeados de haces de luces medidos al milímetro y con la indiscutible voz de otra galaxia (no le den más vueltas, es casi lo único que se puede decir) de Arnal, es pura magia verlos desenvolverse encima de las tablas frente a una entrada meritoria, es cierto, pero que mereció el sold-out. Poder escuchar la deliciosa “Canción Total” seguida de esa experimental “Polifonía CDG” ó “Tu que Vienes a Rondarme” “Tras de Ti” ó la mencionada “Fiera de Mi”, y el bis con “Meteorit ferit”, “Jaque” y “Ventura” es un lujoso puerto de entrada al festival de este año, amigos.

Ya les cuento en la próxima que mañana aprovecho que no hay de lo mío, no hará falta decir que no estoy capacitado para escribir de artes escénicas, y me voy a San Eloy.

Quién diablos quiere cenar tranquilo cuando el Facyl ya está aquí.

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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