“Lucky” es un drama dirigido en 2017 por el actor John Carroll Lynch, conocido por interpretar al marido de la desafortunada esposa raptada por dinero en la famosa “Fargo” de los hermanos Cohen en 1996. Otros papeles destacados son el principal sospechoso de los crímenes en la obra maestra de David Fincher, «Zodiac» (2007) y “Gran Torino” (2008) de Clint Eastwood, entre otras.
Debuta como director en esta producción de bajo presupuesto con aspecto visual de película “indie” y minimalista. Gira entorno a la figura de un anciano de 92 años que se resiste a morir porque cree que la muerte es un agujero negro donde todos desaparecemos para siempre sin dejar rastro. Este singular personaje, interpretado por el gran Harry Dean Stanton, tristemente fallecido el pasado mes de septiembre al poco tiempo de finalizar el rodaje de este emotivo drama, y cuya presencia es el espíritu de esta pequeña película.
Harry Dean Stanton (1926-2017) es lo más destacado de la película y parece un homenaje de despedida a un actor con larga trayectoria televisiva y cinematográfica y cuyo mayor recuerdo para los cinéfilos es el haber sido Travis en el film “París, Texas” (1984) de Wim Wenders y participar en varios films de David Lynch, quien aparece en la película en un rol secundario encarnado el personaje de Vincent cuya mayor preocupación es encontrar a su galápago para que sea el beneficiario de su “fortuna” una vez que él fallezca. Por cierto, John Carroll Lynch no es familiar de David Lynch. Solo comparten el apellido.
La película es minimalista y muy sencilla, con predominio de primerísimos, primeros y medios planos con algunos planos generales para no distraer al espectador de la historia que se quiere narrar, las vicisitudes diarias de Lucky, seudónimo que le pusieron en la época que era cocinero en la Armada durante el conflicto de EEUU con Japón durante la Segunda Guerra Mundial (curiosamente, el propio Stanton sirvió de joven como cocinero en la Armada). Lucky es ateo y pretende luchar contra la inexorable cercanía de la muerte. Lucky es un rebelde y lo aviva iluminando su vida con sus rutinas: ejercicio físico, yoga, fumar, hacer crucigramas, etc. En definitiva, hacer lo que le venga en gana. Quiere disfrutar del día como si fuese el último.
Destacan dos secuencias, desde mi punto de vista, que son las más emocionantes de la película: la primera es aquella en la que conoce en el bar donde va a diario a un ex combatiente de infantería, interpretado por Tom Skerrit, quien narra a Lucky con emoción en los ojos, durante la invasión de Japón a Filipinas, el encuentro con una niña filipina de religión budista saliendo de un búnker y sonriéndole creyendo que ella va a ser asesinada por los soldados y aceptando su muerte como parte del ciclo de la vida. La segunda secuencia es aquella en la que Lucky es invitado a una fiesta de cumpleaños del hijo de la tendera mexicana a quien Lucky le compra leche y cigarrillos. Allí, emocionado, canta un mariachi en compañía de los invitados. Es emocionante escuchar a Stanton cantando en español.
Escojo estas dos secuencias, curiosamente en las que aparecen figuras de niños, porque son la clave para que Lucky tome conciencia de que tanto la vida como la muerte son las dos caras de una misma moneda para aceptar la muerte como lo que es, una parte del contrato cuando venimos a la tierra.
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