Crónicascultura

Biznaga, Miniño | Potemkim, Salamanca

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Daba igual que se mirara por cualquier lado.

Era  una noche imprescindible, y  cumplió de sobra el guión. 

Con un disco, el quinto, bajo el brazo que simplemente es uno de los lanzamientos mas importantes de los últimos tiempos en el estilo -el nuevo Punk patrio, pero a entender del que suscribe no se queda solo en eso- que además ha impulsado la popularidad de la banda a los niveles mas altos desde que empezaron,  el regreso de Biznaga a la ciudad había encendido todas las alarmas de búsqueda para hacerse con un ticket los días previos para el consabido soldout que iba a resultar, constatando su status actual que parece no tener techo. Por supuesto la elección de quien les iban a acompañar en una noche tan importante, no era baladí. 

Y cuando todo arrancó se pudo ver

Es cierto que se han escrito torrentes sobre el disco desde la salida de “¡Ahora!”, pero un servidor insiste en lo que ya dijo en su momento del álbum. Simplemente a mi modesto entender lo que han escrito para el es una radiografía casi quirúrgica del desarraigo y de la precariedad que su generación, en realidad casi cualquiera, siente hoy (hay por ejemplo poco que decir de algo como “Espejos de caos” que no enuncie su letra tan real como implacable) y que el grupo combate con cierta, solo cierta, capa de luz a base de amor. Por descontado que el álbum iba a articular el pase, estaba claro, pero las paradas en el material mas viejo, saliendo damnificado “Centro Dramático Nacional” si no recuerdo mal con solo un inmenso “Maquinas Blandas”, fueron constantes desde que abrieron con “2K20” de Gran Pantalla. 

Un servidor estaba allí, y por eso se lo puede decir. No queda nada del grupo primerizo que tocó en el llorado 13 Monos hace unos años. En su lugar está una banda profesional de un nivel impresionante que consiguió, con unos de los mejores sonidos de la historia última del Potem, apabullarnos en una comparecencia maciza y fulgurante, llena de brillantez. Dueños de un glosario de temas que simplemente, a poco que se moleste cualquiera en oírlos, llevados al escenario hacen que el coeficiente intelectual de donde toquen aumente, en dos o tres manzanas alrededor. Ponerle pegas a disparos  tan certeros como “Contra mi Generación”, “Una Ciudad Cualquiera”, o “Mediocridad y Confort” (imposible no acoderarse de Javier Lago) es apelar al ridículo, por que no las tienen mas allá de gustos personales.

Cuando hacen “El Futuro sobre Plano” e “Imaginación Política” seguidas, y esas letras tremendas nos golpean a la par de la música, la sensación es la de estar viendo al grupo en un momento de máxima plenitud. Y ayuda a ello, claro, que las guitarras de Álvaro “Torete” Casado y la base de Jorge Navarro y Milky Ballarín acompañen a la voz screamo, personal e identificable y la otra guitarra de Álvaro García, en un setlist hasta los topes de paradas para el recuerdo – de “Agenda 2030” a “Lorazepam y Plataformas” o de “Benzodiazepinas” a “La Gran Renuncia” pasando por “Las Afinidades Eléctricas” o “Domingo especialmente Triste”-  lanzándonos cosas como esa oda al Madrid que les vio nacer que es “Madrid nos Pertenece”, o dejando para el final “Una Historia de fantasmas” y ese single cañón que es “El entusiasmo”. Bailamos cantamos y sudamos, conscientes de que estábamos viendo algo enorme que quedaría para las hemerotecas. Dentro de unos años cuando vengan a, no se, tocar a las ferias en la plaza o algo así, ya verán como nos acordamos. 

Ellos y nosotros.

Disfrutones y muy entregados. 

Recuerdo leer esto en una crónica de un pase de la banda que abría la noche, hace algún tiempo. Y aunque no hubiera firmado nada de lo escrito, su comparecencia en un día tan comprometido como el que nos ocupa, me hizo pensar en la frase por nimia mientras los veia. Fue un acierto absoluto la elección de Miniño para abrir las celebraciones por muchas razones, pero la que manda para el que suscribe fue poder constatar como la calidad y versatilidad de los temas que lucen, puede ser capaz de tutear casi a cualquiera que citen de la ultima hornada de la escena emergente joven  con quienes se la jueguen encima de un escenario. Y eso es mucho decir lo miren por donde lo miren.

Nunca el termino que inventé para ellos, el “Post Muchascosas” que practican a mi entender, estuvo mas presente que el tiempo que estuvieron arriba abriendo para una fiesta que, no nos engañemos con esto, no era la suya.

Armadas las canciones con esa amalgama de puntales clarísimos, Indie Pop Screamo y Post, que nutre el palabro que les mencionaba, se pulieron un pase con hechuras de grandes, ya. Y tal y como un servidor escribió en su momento, el tiempo de darles cierta cuartel ya pertenece al pasado. Ahora comienzan a ir  sentados en los primeros vagones, solo hay que ver su listado de bolos y festivales hechos y por hacer, y no hay espacio para añagazas de ningún tipo. La fragilidad aparente de la voz de Miguel Espinoza y la apabullante respuesta de Diego Hernández alternándose y sus guitarras precisas, maridan tan perfectamente como la idea de los micros enfrentados de los dos, y la base rítmica de Víctor Iglesias –nunca ha tocado mejor en ninguno de sus proyectos, y es algo que se nota- y el hecho claro de tener un batería tan brutal como Joseca Caballero impulsando los temas, los hacen ganar muchos enteros.

Desarrollos duros y densos si, desde que abrieron con “Gris” ya se vio, y píldoras efectivas de Pop ultra radiable, que maravilla ver “Una ultima Vez”, por supuesto. Guitarras afiladas y gráciles en el horizonte al arrancarlas, y voces épicas, “Lento” fue inolvidable, estribillos para el coreo –“Ya no siento nada”, imperdible “Azul Clarito” pero el premio gordo fue poder cantar a pulmón el pegajoso “desvinculé” del a.k.a. “Que desastre”- que nos hacían movernos obligatoriamente, con  poco o ningún lugar para perderse en tonterías mas allá del exceso de los agradecimientos. Si no traes la entrega de casa, esa era la actitud ante un concierto como ese, mejor no venir.

Tremenda noche, pero no había lugar para otra cosa con esos nombres.

Andrés Grande
Fundador de Visto de Otro Lado. Apasionado por contar buenas historias desde los 14 años, combinando periodismo, comunicación digital y diseño para conectar con la cultura, la ciencia y la tecnología.

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