Rodrigo Cuevas sabe latín. Y griego, para el caso (como demostró con su desglose etimológico de la palabra sicalipsis). Y tras la cancelación de ‘Trópico de Covandoga’ en marzo de 2020 (por razones obvias, dadas las fechas), las ganas de verle en directo en Salamanca eran muchas. Como prueba fehaciente de ello, un Teatro Liceo lleno hasta la bandera, con localidades agotadas, en la cuarta jornada del FACYL 2021. En esta ocasión, Rodrigo Cuevas vino a presentar Barbián, un espectáculo formado por piezas de zarzuela pertenecientes a autores como Ruperto Chapí, Francisco Alonso, Manuel Penella, Federico Chueca o Pablo Sorozábal, entre otros, con dramaturgia y dirección de Fernando Carmena. En lo musical, estas obras se actualizan con un nuevo revestimiento de electrónica mediante la producción de Frank Merfort y Richard Veenstra, quienes también acompañan a Cuevas en el directo. La puesta en escena se completa con el brillante trabajo de luces de Andrés Dwyer y un vestuario que, al igual que sucede con las piezas de Barbián, es un fantástico equilibrio entre modernidad y tradición, confeccionado por el colaborador habitual de Cuevas, Constantino Menéndez.
La actualidad del sonido de estas piezas, a través de los nuevos arreglos y la producción de Merfort y Veenstra, se ve correspondida a través de la voz narradora de Cuevas que, cuando no está cantando, se vale de un género propio, la narración híbrida entre realidad y fantasía (como la historia del nacimiento de la jota por parte de Aben Hotán demostró), para hilvanar las piezas de esta zarzuela-kabaretera. De este modo, la selección de Fernando Carmena se actualiza y las piezas cobran un nuevo sentido en el presente. Por tanto, como no podía ser de otra manera tratándose de Rodrigo Cuevas, castañuelas y celemines conviven en plena armonía.
Otro de los puntos a destacar en el espectáculo es su humor. Como el propio Rodrigo Cuevas expusiera un día antes en su conversación con Juana Escudero, dentro del ciclo de ‘Conversaciones’ organizado dentro del Festival (disponible en este enlace), no hay que tomarse muy enserio a uno mismo, ni mucho menos a lo que uno hace. Así, en este Barbián divertirse tiene la potencialidad de convertirse en un acto político, el otium por encima de su negación, el negotium. Sin moderneces cutres como los juernes o los afterworks (Rodrigo Cuevas dixit), lo que queda es un disfrute de la cultura entendida como aquella herencia que, siguiendo su etimología, se cultiva, abriéndonos a una profunda conexión humana, y no simplemente algo para pasar el rato. Posiblemente en esta concepción radique el ethos de trabajo de Cuevas, agitador folklórico, que sabe que la manera de preservar la tradición, en este caso musical, se da a través de la intervención-actualización que se lleva a cabo en representaciones como este Barbián. Y así lo pareció confirmar un público totalmente entregado y que, si por él hubiera sido, no se habría recogido en toda la noche, en la que probablemente fuera la velada más esperada de este FACYL 2021.
Foto: FACYL FESTIVAL
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