Crónicas

ALEJO STIVEL / OLD VIRGINIA | SALA B, C.A.E.M. SALAMANCA

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No lo necesita amigos. 

Puede perfectamente quedarse en su casa cobrando la pensión de jubilado y mirando la vida pasar como cualquiera, y no embarcarse en los rigores y las exigencias, la primera en solitario desde que empezó no lo olviden, de una gira que a buen seguro será agotadora -en la ciudad hizo doblete además, con la presentación de su libro- y farragosa. Y de acuerdo que el componente económico esté ahí, pero tampoco cree un servidor que sea lo principal (los ejemplos son tan claros con los nombres ilustres que cualquiera piense, que está de mas enumerarlos) ni lo único que lo mueva.

Simplemente es amarlo.

De ahí en opinión del que suscribe el merito inmenso que tiene lo que vimos en una menos llena, que es cierto luego no importó, de lo que merecía Sala B, ante una audiencia que sabía perfectamente lo que iba a ver y que ha –sobre todo- crecido con las canciones, y el hacer de una leyenda de la música como es el protagonista. Guardián del legado de los efímeros e influyentes Tequila y productor de alto calado, la lista de discos que han pasado por sus manos da dos vueltas a la manzana, es además un superviviente nato de los excesos y desmesuras  asociados a la militancia en el lado mas oscuro de la escena, la lectura de los capítulos de su biografía es aclaratoria, y afortunadamente ganador en la lucha contra el peor enemigo, me refiero al cáncer, que hoy en día se puede tener. 

Cuando sale a cantar, y disipa la preocupación fundamental que debería albergar cualquiera que vaya a verle, como esta el y como está su voz, al ritmo de ese estándar inmortal que es “Rock And Roll en la Plaza del Pueblo”,  congratula poder constatar que todo esta en su sitio. Rodeado de su E. Street Band particular y de alto octanaje, Julián Kanevsky y Javier Quintana a las guitarras Leo Vacas al bajo Adrián Cheriff a la batería y Mauro Mietta al teclado, que va además sobrada de talento y le da aire suficiente, se pule un pase lleno de nostalgia es cierto, pero también pleno de grandes momentos. Revisó el cancionero de su banda, empalmó el principio con la nunca suficientemente ponderada “Matricula de Honor”,  y el propio a lo largo de la noche, y recurrió a los grandes nombres – Silvio Rodríguez, Moris, Charlie García- sin rubor, por que parecían que esas canciones eran suyas. 

Fue liberador verle hacer “Mr. Jones” y “El Barco” y como, paradójicamente o no, parecía encontrarse mas a gusto en los medios tiempos, el empalme de “A tus Pies” con “Ojalá”  y la subida de la segunda o la traslación de “Ni Una Menos” valdrían de sobra de ejemplo, los arranques inolvidables cada vez que se recurría a los temas de Tequila (”Quiero Besarte” fue puro funk, el bailongo “Dime que me quieres”) o lo bien que sonó “Yo Era Un Animal” más allá de la dichosa discusión del video. La parte final fue cremita primo, con “Necesito un trago” “Me vuelvo loco” y la celebérrima “Salta”, con bajada a la olla incluida del protagonista, y con todo el publico cantando y bailando para sellar un pase mas que correcto.

A todo esto el lio lo había abierto Old Virginia, que bien elegido el doble cartel, de forma brillante. Hizo la banda lo único que debería en una noche en la que no era su fiesta, ir al turrón sin parones ni tonterías, aprovechando de sobra una oportunidad tan buena. Presididos por la guitarra de Justo Mar se destaparon con un puñado de temas de Rock con mayúsculas que merecen no perder de vista los pasos que den en el futuro desde que arrancaron con “Caminar Descalzos”. Las propias fueron muy adictivas, “California” “Suelo Soñar” y la estupenda “Este Mundo está Muerto”, y las complementaron con las revisiones del “Purple Rain” de Prince –con Mariano Iglesias de Rockin Hellfire ocupando el kit de batería que lucia el inmenso todoterreno David Verdejo– y el Steppenwolf “Born To Be wild” –Isra Pérez de Chef Creador en la guitarra- que dejaron muy buen sabor de boca.

Ojalá mas gente hubiera visto una noche que lo valió.

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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