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2020 | Primera crónica del Festival FACYL

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El hoy casi olvidado Jean Paul es citado por Arthur.C. Doyle en uno de los cuentos mas famosos de su inmortal pupilo, “El Signo de los Cuatro”,  a raíz de una frase suya que me parece muy atinada: “La principal prueba de grandeza del hombre está en su capacidad de percibir su propia pequeñez”.

No hará falta que les explique a qué viene a cuento esto, con la que está cayendo.

Miren, a estas alturas, con el festival recién arrancado, otros años estaríamos hablando de multitudes por las calles, de bolos performances y mil cosas más infinitas, de outfits imposibles, de artistas dándolo todo en algunos de los rincones más fotografiados de la parte vieja y de, en definitiva, la pura vida que exhala un evento como este a las calles de la ciudad.

Pero este año no. Con el indiscutible y acertado protocolo sanitario, todo ha cambiado, y no hay más remedio que adaptarse a lo que hay: desde los aforos controladísimos, hasta la intachable programación online que luce el festival. Y vuelvo a remitirme a lo que he escrito hasta la saciedad estos días pasados: es mejor esto que nada.

Asumámoslo, y a otra cosa en lo que no mejore.

Les ahorraré también entrar en consideraciones sobre los vaivenes y cambios que ha sufrido/sufre el festival en cada edición, porque simplemente no es el momento. Pero, en mi humilde opinión, es cierto que tal vez le viniera bien un reseteado profundo y sentarse de una vez a hablar con la ciudad que le acoge.

No con políticos por supuesto, hablo de las otras partes. La parte artística (que la hay y en cantidad ojo, y el festival parece cómodo en ignorarla) y en la medida de lo posible en un evento de estas características (me refiero a redes por ejemplo) la gente, que son los que al fin y al cabo llenan las actividades  y procurar hacer que las sientan como suyas debería ser tarea obligada para quien corresponda, cosa que ahora parece lejana. De momento lo que toca es sentir y vivir lo que podamos de él, y ya habrá tiempo para pedir explicaciones.

Hoy me estreno por enésima vez en mi historia personal con estos días que reservo para el FACYL, con la vista puesta en un montón de cosas que me han atrapado en un evento de vanguardias puras y duras al que se le nota la nueva dirección tricéfala, y más cercano a la idea original, a mi entender, que los últimos tiempos comandados por Carlos Jean, más ceñidos a la música solo.

Me cuelo en la estupenda “Non Plus Ultra” de Gonzalo Borondo, una instalación que se encuentra en el Palacio de la Salina y que por si sola ya merece una visita obligada y llego tarde al pase de Reinhold Friendl en el teatro Liceo (al que recuerdo ver con Zeitkratzer en los videos del festi de Roskilde) encorvado encima de su piano mientras le hace chirriar inquieto en Inside  Piano que, no se equivoquen, no es para todo el mundo. Y por ultimo me pulo un ratazo en el Patio de Escuelas  Mayores delante de la majestuosa fachada que ustedes saben para disfrutar de Dancing House de Klaus Obermaier un mapping interactivo en el que la gente que esta viéndolo puede hacer mover la proyección de la fachada.

Me gusta lo que veo y estoy seguro que vamos a disfrutar de grandes momentos en los próximos días. Ya lo verán.

 

Foto: Irene de Anta

Paco Jiménez
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