Me enchufo al patio del DA2. Probablemente he pasado más tiempo ahí que en mi casa en los últimos años, mientras sopeso el interesante, que duda puede caber, doble cartel que nos tiene la noche preparada.
Para abrir boca se suben Antonio Oliva y los suyos. La banda que circula a su alrededor, los estupendos Texas Resaca Blues se comenzó a gestar en 2004 pero no fue hasta 2011 cuando editaron su primer EP, y hoy se traen bajo el brazo su nuevo lanzamiento el recién estrenado “Ey Ey Mama!!” en la que es su presentación oficial. Con una banda intachable secundándole, Alberto García al bajo y Javier Romero a la batería, cumplen comparecencia puliéndose casi todo el último álbum desde que abren con “Loco” y me gustan especialmente los aromas añejos que impregnan “La Calle está Ardiendo” y la homónima. Pienso en un guitarrista de Dallas al que nadie parecía hacer caso mientras vivía y que se convirtió en una gran leyenda cuando murió. El fantasma de Stevie Ray Vaughan me planea por encima mientras miro a los tipos arriba que no tienen nada que ver con el grupo que abrió hace años uno de mis festivales. Congratulémonos. Hay para hacerlo de sobra.
He podido ver al hombre en todos los formatos posibles en multitud de ocasiones y por eso puedo decirles que no defrauda. Ya sea en un bar, en un teatro, o en un festival el tipo se vacía frente a la audiencia y eso se contagia. Hoy con la soledad por bandera, el sitio es tan inhóspito que asusta, tenía mucha curiosidad por ver a dónde nos llevaría Carbayo. Franqueado por Tucho, el proyecto de Toño Siroco, a quien siempre seguiré asociando a Fistfuck Supershow, se sube al escenario para abrir con un par de temas viejos, me atrapa como siempre ese must que es “I’m Ready when You Are”, y comparten protagonismo en un cara a cara reducido por el formato, pero que da mucho de sí. Los dejes a Mellecamp que tiene Tucho en su voz, en “Siempre a la Deriva” es evidente, ayudan y mucho, dejando una estela de calidad mayúscula. Completan el set-list tributando a Tom Petty y a Rodney Crowell y se marcan un “Billy” del jefe Dylan inconmensurable, que hace que me vuelva a acordar de porqué amo tanto a Sam Peckinpah.
Me marcho contento, pensando ya en los punks que llegan mañana.
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