Se me quejaba alguien a la entrada de una abarrotada Sala B, no quedaba ni un ticket disponible desde hacia días, que el hombre no venia con banda, y que a ver que pasaba por que no era lo mismo (¿..?). Soltar tamaña sandez, esto no era el G5 ni La Pandilla Voladora ni tan siquiera sus conciertos habituales era un pase de una gira, “Historias de ser Muchacho”, y su vuelta a casi lo básico, se le debió atragantar al genio cuando viera el bolo atómico que se marcó el de Santa Coloma de Gramanet a lo largo de dos horas infinitas, y treinta canciones después. Acompañado de Lere (Gerard Mases) en el contrabajo y caja, y con el haciendo la guitarra y el bombo, recorrió su carrera desde el principio con una lista de temas que, simplemente, son la BSO de un montón de vidas, y a las que han acompañado esos veinte años que el tipo lleva en la pomada. Viendo la magia que hace cuando encara “Luna” o “Caraguapa” me acuerdo de Gato Pérez, claro, pero también de Roco el cantante de Maldita Vecindad y no se por que de Eugene Gogol convocados a la fiesta, no hay otra palabra, que hay en el escenario en forma de rumba canalla y rockeante. El jaleo que forma abajo, ya lo quisieran para si muchos artistas armados de una banda completa, es liberador, por que es de esos instantes en que todo el mundo parece inocente de todo, “Será mejor” la brutal traslación de “Aire” o “El Club del Paro”, y tal vez haya solución. Y los momentos que nos regala, solo por ver “Que mala suerte la mía” o “Paquito Tarantino” ya valió la pena, al ritmo trotón y rockbilly que marca el contrabajo son imperdibles por que además, esto marcó toda la noche, no pisó el freno ni un solo momento en forma de bajón del ritmo – “Carretera sideral” y la recuperación de “40 Forajidos”, “Cógelo”, “El Compadre” y su momento Chimo Bayo- haciendo que cantar y bailar fuera, de eso es de lo que se trataba, la única opción. Los detalles como la revisión del “Gitanitos y Morenos” de Gato, un “Que puede salir mal” que me hace pensar en verle hacer un junte con Derby Motoretas, el inmenso traslado de “Me Tienes Frito” o por supuesto el coreo obligado que propicia la celebérrima “Siempre que Quiera”, sellan un concierto tan macizo como adictivo.
Deberían prescribirlo en los hospitales. Sin receta, y casi para cualquier mal. Mire me duele aquí. Enchúfese un concierto de este tío.
Grande.
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