E.F. Benson es junto con M.R. James el gran maestro del ghost story victoriano. En la edición de sus relatos de fantasmas que forma parte de los buscados, y cotizadísimos, volúmenes de la colección gótica de la editorial Valdemar, dice una cosa muy interesante: “Estas historias han sido escritas con la esperanza de proporcionar algunos agradables estremecimientos al lector” que me vino a la cabeza mientras veía la evolución en el escenario de la M.O.M. de los madrileños/leoneses Twin Ghosts.
Y no me malinterpreten. Esto no es Shock-Rock ni nada parecido.
¿Cabría alguien albergar alguna duda del lleno de no hay billetes que lucia el espacio?. Lo dudo. Las razones de peso son claras. Es un sitio estupendo llevado con mimo y pasión por gente que sabe lo que hace, lejos de cualquier impostura de hostelerías varias, que alberga una programación que por desgracia, o tal vez no este debate es muy atractivo, no se puede ver fuera de los circuitos tradicionales del underground salvo contadas ocasiones, y que además convoca a un publico fiel y entendido. El que suscribe ama a muerte las salas de conciertos pero esto, simplemente, es otra cosa. Y no creo que yerre si afirmo que va a ser la tónica general de todos los bolos que haya allí.
Montado en formato trio con Fantasmita a la guitarra Laurel al bajo y Fantasmitis a la batería y con un Ep –el homónimo de 2024 editado por Penumbra- bajo el brazo, la propuesta es tan atractiva, la elección de la escenografía con las sabanas y la médium que convoca a los fantasmas, como ciertamente irresistible en directo. Y fueron precisamente esos temas -los cuatro además- que conforman el disco, los mejores y mas adictivos, con un impresionante “Styx River Surfing” a la cabeza que voló el sitio. La decisión de dejarlos para la segunda parte del bolo (que nadie se llame a engaño con esto, fue una hora o algo así de pase pero mas que suficiente) me sorprendió, lo reconozco, pero se tornó absolutamente acertada.
Practicantes de una suerte de Post Instrumental, no hace falta ser un profesional de la música para decir el nombre que sobrevoló toda la noche encima me refiero claro a El Altar del Holocausto, muy curioso, con los añadidos de contados momentos con voz en las ultimas que han hecho “Glory Eternal” o “Saga” se pulieron una comparecencia acertada y contundente en muchas partes, “Alacrán” y “Lucio” -esta dedicada a Lucio Urtubia imagino- pero también llena de capas y de grasientos riffs (“Black Velvet Ballad” fue mundial) en vueltas serpenteantes. Es manido y sobado hablar de atmosferas con una banda como esta, por descontado que convocan muchas de eso se trata, pero si es cierto que trasportan en pasajes concretos, no hacen canciones tan largas para que sea constante ni creo que lo pretendan, de una comparecencia que se pasó en un instante y en la que tuvieron que repetir un par de temas por que no queríamos que se marcharan. Agradables estremecimientos, si. Grandes.
A todo esto, el lio lo había abierto el proyecto de Borja de The Tyres Sr Tiznajo con su propuesta de one man band llenísima de Rock, Garaje y Surf que atrapó desde que abrió con el ultimo sencillo que ha puesto en funcionamiento, el tremendo “Primera Vez” cuya portada se escenificó en el pase en un momento imperdible, y que me trajo a la memoria a Jeremy DeBardi y su Steel Beans abriendo para Tool en una noche de hace meses. Nos enchufó en vena pequeñas pildoritas de guitarras ásperas y punzantes, “Veranear” y “Mobilete” y el estribillo mas cool de las ultimas semanas de conciertos, me refiero a no me quiero duchar que está en “Ducha” los tres de su EP de 2023 “Sonido Mierda” que fueron liberadoras, y se marcó una comparecencia atómica que se pasó en un santiamén, “Bugalu” la estupenda “Monopatín”, regalándonos además, esto me descolocó mea culpa, una cover explosiva de Los Saicos el grupo peruano pionero del Proto Punk y que hicieron también hace años Narco, para cerrar.
Imperdible noche.
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