De los mares de tinta que la reunión de los Gallagher ha traído, me quedo con unas letras de Rafa Cervera para intentar entender por que (sic) “el público quiere revivir sus días de juventud y euforia una y otra vez, literalmente a cualquier precio.”. Viene esto a cuento, naturalmente, por la venida de Celtas Cortos anoche . Y ni mucho menos se me ocurriría comparar el patetismo que, a mi pesar por que amo sus canciones, generan cualquiera de los dos elementos que van a hacer volver a Oasis por la pasta – a pesar de que no se soportan estando no en la misma habitación, sino en el mismo país- con los de Valladolid. No es eso.
Simplemente me congelo cuando veo como a nadie parecen importarle las ultimas canciones que han compuesto (yo he venido aquí a oír las que conozco sino me quedo en casa, me dice alguien en la plaza), y que el mercadeo de la nostalgia es mas grande que nunca por que, no se equivoquen, es lo que al parecer queremos. Y no digo que no haya que amar esos temas de quien nos ocupa o de quien sea, faltaría mas, me refiero a que estaría bien que apoyáramos también el resto de esas carreras aunque nada mas sea oyendo lo que tienen ahora que decir.
Se estrenaba el segundo escenario del parque Elio Antonio de Nebrija con el pase de Godaiva sin solapes, afortunadamente. No sabría decirles si tocaron techo con el estupendo show del Liceo acompañados de la Banda Municipal, pero siempre me congratulo cuando tengo ocasión de verles por que Fátima García y Chefo Jl son, a las pruebas me remito, unos supervivientes natos. Y de acuerdo que echo mucho de menos mirarles con una banda respaldándoles detrás, pero el formato acústico les va que ni pintado. La voz mágica de García por la que no parece que pase el tiempo, el talento inigualable de Chefo como músico y arreglista (para sus proyectos o los ajenos) y un puñado de canciones propias, hacían imperdible el bolo.
Ya he escrito hasta el hartazgo del problema gravísimo que ese espacio tiene a tenor de la distancia con el publico, los dichosos asientos en la grada y la sensación de abismo que emana de la separación del escenario. Es una pelea colosal para cualquiera que toque allí, a no ser que metas pongamos diez mil pax y las logres apiñar adelante. Con eso en las miras, fue muy meritorio el pase que se pulieron por que afortunadamente hubo muchísimo material de sus discos desde que abrieron con “Señuelos”.
La lista de temas en los que alternaron sus cuatro discos, “Todo me lleva a ti”, “Ya no tengo fuerzas” o la estupenda “Distracciones”, nos llevó a lo que el que suscribe mas ganas tenia de ver. Me refiero al material que irá en el nuevo álbum. Y de ahí es imposible no hablarles de “”Ni Nada ni Nadie” que pinta genial como una de las mas radiables y frescas que han hecho en muchos años, y de No quiero estar sin ti” mas seria pero también muy recomendable. Me escuece tener que perderme el final del pase por salir corriendo al otro escenario, pero me voy esperanzado.
No recuerdo muy bien la ultima vez que les vi, creo que fue hace un año o así en el Iberia Festival, pero por el medio la banda anunciaba la salida de un nuevo álbum “El Mundo del Revés” (presentándolo a lo grande en las dos noches históricas de Vista Alegre) que coincidía además, con las cuatro décadas que llevan de historia. Cuando entro corriendo, en la plaza me pregunto cuantos de los allí reunidos lo conocerán esperando que sea muchos, y que la vida de la banda en la ciudad sea algo mas que el celebérrimo 20 de abril. Por supuesto me equivocaba de pleno.
Desde que abrieron con “Que bailen los demonios” el trio de reyes, Jesus H. Cifuentes Goyo Yeves y Alberto García el núcleo central del grupo histórico, comandó el bolo es cierto, pero muy bien secundados por el trabajo de José Sendino en la guitarra (que acertado estuvo toda la noche), Antón Davila en las gaitas y flautas, Diego Martin en la batería y el poderoso bajo de Chuchi Marcos. Impecables instrumentalmente hablando en un estilo que les pertenece casi, sería interminable citar la cantidad de bandas y artistas que han venido después de que ellos empezaran y que han partido de su propuesta, y cualquiera que vaya a sus conciertos lo puede ver sin necesidad de erudición musical ninguna.
De ahí la pena de ver la anestesia que parecía tener el personal en la primera parte del pase, ah amigos lo de los temas nuevos que les hablaba yo antes, mientras caían las traslaciones de “”Mañana sale el sol”, o “El mundo del revés”. Pero es que sorprendentemente también paso en “Que dirá la gente” o en “Silencio” por citar algunas, hasta que en la parte final aquello dio un arreón de verdad. Fue justo desde que la preciosa traslación al escenario de “Retales de una vida” puso el turbo al publico y toda la artillería pesada se desplegó en la segunda parte del bolo. Fue una fiesta juzguen: “El Emigrante”, “Skaparate Nacional” “Macedonia Tradicional” junto a “El Marinero borracho” y una parte final que enmudeció la plaza cuando justo tras “Tranquilo majete” hicieron lo que todo el mundo había venido a ver y aquello se vino abajo da cantes y bailes. Mentiría si no dijera que fue emocionante ver “20 de abril”, y después el mundial “Polkoister”.
El detallazo del encore, Cifuentes con gaita y tamboril haciendo una charrada y citando su pueblo y a los Mayalde, antes de un sentido “La senda del tiempo” y el cantado final de “Cuéntame un cuento” fueron una declaración de principios de un grupo honesto y sincero. Y eso con tantos años en el negocio es mucho decir.
¿Saben esa camiseta del merchan oficial del grupo?…
“La vida es muy corta para fingir que no te gustan Camela”.
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