En el vibrante mundo de la música española, hay voces que trascienden el escenario y se convierten en símbolos de pasión, dedicación y talento. En el corazón de este panorama se encuentra Sara Garlonso, una de las tres excepcionales vocalistas de la distinguida Orquesta Princesa. Con una trayectoria marcada por la sensibilidad, el esfuerzo y una pizca de timidez, Sara ha encantado a audiencias de todo el país con su voz cautivadora y su energía contagiosa. En esta exclusiva entrevista, nos sumergimos en el mundo íntimo de Sara, explorando sus inicios en la música, su camino hacia la Orquesta Princesa y las emociones que acompañan su anticipada temporada de eventos. Desde sus primeros pasos en el escenario hasta los desafíos que enfrenta cada noche, descubrimos la verdadera esencia de una artista comprometida con su arte y su público.
P: Antes de nada, agradecerte que me concedas parte de tu tiempo para responder este cuestionario. Lo primero, Sara, ¿Cómo te defines? ¿Algún nombre artístico?
En lo que a lo artístico se refiere, me defino como sensible, trabajadora, tenaz, cabezona (aunque no demasiado) y algo tímida. Mi nombre artístico es Sara Garlonso, es una fusión entre mis dos apellidos y tiene una bonita historia detrás que me evoca a mi infancia.
P: Cuéntame sobre tu formación musical y cómo comenzaste tu carrera en la Orquesta Princesa.
Comencé mis estudios reglados algo tarde, en torno a los 11-12 años, pero mi familia siempre cuenta que desde pequeña mostré habilidad e interés para lo musical. Mi madre dice que empecé a cantar casi antes de hablar. Estudié varios años de mi vida también ballet, folklore salmantino y en el grupo de mi colegio participé varios años en el grupo de teatro, quedando finalistas varias veces del concurso provincial de teatro escolar. He tenido mucha suerte por poder formarme con grandes profesionales del panorama artístico salmantino.
La primera vez que estuve en una orquesta de verbena fue a la edad de 18 años recién cumplidos. De hecho, estuve ensayando cuando aún tenía 17. Esta orquesta pertenecía también a Princesa, es cierto que nunca he dejado de cantar pero no había vuelto al mundo de la farándula. El pasado año contactaron conmigo porque necesitaban personal y pensaron en mí. La verdad fue una sorpresa porque se presentó la oportunidad de casualidad y en un momento de mi vida que me hacía falta volver a los escenarios.
P: ¿Cuáles son los aspectos más gratificantes de ser parte de una orquesta con tanto prestigio y trayectoria?
Quizás que la gente tiene buenas expectativas cuando va a ver a Princesa aunque esto muchas veces juega malas pasadas (por eso de que las pongan demasiado altas). Por otra parte, otra de las cosas más gratificantes de pertenecer a esta formación con más de 20 años de antigüedad, es que hay mucha experiencia y conocimiento detrás y por lo tanto, el margen de error se reduce bastante. Tengo mucha suerte de contar con grandísimos profesionales y compañeros en este trabajo.
P: ¿Puedes compartir alguna anécdota memorable o desafío que hayas enfrentado siendo parte de la orquesta?
Como ya he dicho antes, soy una persona bastante tímida. Yo volví a Princesa por una sustitución de una de las cantantes principales, para mí fue muy complicado conseguir conectar con el público y sobre todo hablar con él. Mis compañeros se ríen de mis intervenciones ya que me ha costado bastante perder ese miedo a hablar y siempre hacen bromas sobre eso, aparte soy una persona de risa fácil y muchas veces me hablan por el «pinganillo» para que no fuera capaz de hablar. Hay mucha gente que me ha visto actuar sin saber que era yo por eso de que me transformo mucho.
P: ¿Hay alguna canción o repertorio especial que te emocione o lo asocies con algún momento personal e íntimo tuyo que quieras compartir?
Siempre hay canciones que recuerdan a algo o a alguien. Aunque seamos una formación musical que busca entretener, debemos poner emoción en lo que contamos y cantamos… Yo no sé si la gente se fija mucho en eso pero me hace mucha ilusión cuando acabamos las actuaciones y alguien me dice que le he emocionado mucho o que se nota que le pongo muchas ganas…
P: ¿Tienes alguna tradición o rutina previa a los conciertos que te ayude a prepararte?
Calentar la voz es mi rutina… Siempre dejo pintarme los labios para lo último, es una manía. Pero más allá de eso no tengo ningún ritual especial. Quizás para después sí. Mis compañeros también bromean sobre lo que como al acabar las actuaciones: no puede faltar un brick pequeño de leche y una onza de chocolate 85%.
P: La Orquesta Princesa es muy esperada en los eventos de verano. ¿Cómo describirías la conexión entre la orquesta y su público?
Muy especial, hay gente que nos sigue y se hace muchos kilómetros para ir a vernos… Yo a veces pienso si no se aburren pero ellos dicen que cada actuación tiene cosas diferentes a pesar de que siempre más o menos tenemos el mismo repertorio.
P: ¿Hay alguna experiencia con los fanáticos que destaque en tu memoria?
Hay gente muy loca… desde personas desnudándose y tirándonos la ropa hasta gente que nos tira hielos. Al final en el contexto en el que nos movemos, que siempre es festivo… Hay muchas anécdotas que contar. En un pueblo tiraron también gas pimienta y yo que soy asmática lo pasé algo mal. De las que más me hacen gracia es la gente que nos pide fotos… pero quitando episodios anteriores, casi siempre nos quedamos con buenas anécdotas que contar.
P: ¿Cómo equilibran la tradición con la innovación en la selección del repertorio y el enfoque de la orquesta?
Es complicado, ya que las orquestas cada vez más obvian que sigue habiendo público adulto… pero como mejor se solventa eso es haciendo canciones nuevas, versiones de tipo clásico.
P: Para concluir, ¿Cuáles son tus metas personales para el futuro?
Seguir mejorando y creciendo a nivel profesional ya que ahora mismo compagino este trabajo con oposiciones de orientadora educativa. Me encantaría poder vivir toda mi vida de este trabajo pero desgraciadamente, esta profesión tiene unos años límite.
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