Ya estamos a por ello de nuevo.
Hace unos años el diario Público hizo una pequeña lista de los lugares en suelo patrio mas espectaculares para ver conciertos. Se le olvidó uno en mi modesta opinión. Ayer, mientras miraba alrededor de una plaza abarrotada en la que desde un buen rato antes ya costaba entrar, veinte mil dijeron que había, volvía a pensar en que para el que suscribe cuando llegan las ferias, es tanto el contenido como el contenedor.
Menudo sitio para ver bolos, amigos.
No creo que nadie en su sano juicio pueda quejarse del ambientazo que ayer rodeaba al inicio de las celebraciones. Un servidor subía andando, era tarea estéril andar con coches, desde el parque Elio Antonio de Nebrija sede del segundo escenario de los conciertos (no debemos olvidar que este año habrá un tercero con lo que se ha programado en la Plaza Barcelona) hacia la plaza, y era literalmente casi imposible dar ni un paso. Ni les cuento dentro.
Pero no quería hablarles de eso.
Verán, la cosa es que me enchufo al Nebrija para ver el pase de 1945 que, ya lo esperaba, hicieron una comparecencia demoledora. He visto a la banda en multitud de ocasiones, ojalá todo el mundo que se da codazos para acreditarse en la plaza bajase también a esto, y en casi todos los formatos, y ayer lucharon contra un enemigo implacable y terrible del que ya he hablado en otras ocasiones: el auditorio del parque y sus estúpidas gradas.
Separadas del escenario a bastante distancia, y situadas enfrente propician que la gente se siente y se disperse y tal vez en otro tipo de eventos sean útiles no lo discuto, pero en los que nos atañe en estas líneas no. El abismo insondable (eso exactamente es lo que parece) que hay entre el escenario y esas gradas propicia la sensación de frialdad y dejadez, y hace que quién está en el escenario tenga que mantener una pelea épica por intentar animar al publico que se sienta alejado a miles de millas de ello. Para muestra el final del bolo cuando la banda arreció a los presentes a irse adelante, fue con la revisión que hacen del celebérrimo “Ace Of Spades” de Motorhead, y en esos pocos minutos vimos otro concierto, con gran parte del personal arropando a la banda. De eso se trata.
A todo esto en los próximos días se debe mejorar y mucho todo lo que rodea ese espacio para los de arriba del escenario, y para los de abajo. La inexplicable falta de baños, de camerino (¿dónde se cambian los artistas?, yo se lo diré: en el coche) o de, esto me dejó asombrado, contenedor que estaba cerrado con un candado (¿…?) es algo que debe subsanarse ya.
Me encantó verles hacer un set´list áspero y agresivo sin ningún tipo de concesión que ofertó muchos momentos de brillantez: el inicio con “The Last battle” tras la intro y con el acompañamiento de la voz del bajista Javier Rubio y la batería de José Ángel Koko que casi les acercaba al Doom, el coro en loop “horses, horses” que Sheila Sergio su cantante entonaba en “Horses Of Apocalipse” y que parecía sacado del tema homónimo de Patty Smith, el mejor “Our Homme” que les he visto sin ninguna duda o la speed que aumenta en la tremebunda “Lost Dream” llevado de la mano de las guitarras de Diego Calaveras y Gorka Recio.
Arrancamos, si.
Yo de quien era fan era de Parálisis Permanente, pero al menos viene hoy también Nacho Canut.
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