Un apunte rápido si les parece, antes de meterme en harina.
Un servidor ya advirtió hace unas semanas de la debacle que podía producirse este verano si el empeño, a todas luces suicida, de poner en marcha todos los eventos que se habían cancelado o pospuesto en los años anteriores, seguía en marcha.
Pretender sacar adelante en unos meses todo ese trabajo acumulado parecía en opinión del que suscribe, al menos una osadía. Y no me refiero principalmente a la falta de infraestructura (trabajadores profesionales, empresas de sonido etc.) que también, sino sobre todo al publico que debería llenarlos. Que tal vez sea una cosa puntual y todo vuelva a sus fueros en los próximos meses con una autorregulación, puede ser. Pero de momento y con la programación en salas asomando, eso está por ver.
Por descontado que quién toma la decisión (ah, si lo sabré yo) de comprometer tiempo y hacienda en montar algo de ese calibre, mas allá de la cuestión monetaria, lo hace pensando en que todo funcione y que nadie faltaría mas puede decir, quien vigila a los vigilantes, cual se debe hacer y cual no; pero la falta de personal que venimos padeciendo en cantidad de bolos mas allá de las excepciones que a todo el mundo le viene a la cabeza, empieza a ser muy preocupante.
De ahí que muchas de esas noches que deberían haber registrado entradas cuando menos abultadas, se vean damnificadas por audiencias paupérrimas que no corresponden con el esfuerzo y la dedicación (económica por supuesto, pero también de la otra) que han conllevado. Y a las pruebas me remito. Que un line-up con un buen puñado de nombres importantes de la música urbana (no se debe olvidar el momento histórico que el Rap disfruta actualmente), no sea capaz de congregar una entrada potente con unos precios casi irrisorios, es para pensarlo.
Acartelada en medio de la primera jornada de la segunda edición del estupendo festival bejarano, entre JDose y Sule B, cuando Anier salía al escenario acompañada de Dualy atrás, me congelo a eso iba con lo de antes, cuando miro la entrada que la noche ha suscitado y que hubiera merecido mucha mejor suerte.
Se traía de la mano el excelente “Alas de Metal” su, como ella misma contó, primer disco en cinco años y desde que salió empalmando “Colapso” y “Oasis” ya enseñó las señas de identidad marca de la casa. Unas barras furiosas y coléricas (“Darko” fue brutal un momento después de preguntar si nos gustaba el Rap), llenas de letras afiladas y certeras lanzadas a la velocidad de la luz llenas de imágenes en la que mucha de la gente mas joven se ve reflejada, y una presencia escénica empoderada y ambiciosamente segura.
Consigue que no apartemos los ojos del escenario mientras vemos la rabia que imprime y el traslado de los temas del álbum, “Espejismos” fue espectacular pero no le fueron a la zaga “Mas X Menos” o “777”, contagia energía nerviosa en cantidades industriales (y eso que paró para sentarse en el borde a hacer “Hiroshima”) y para la parte final del bolo, desde que hace “Ojalá”, es notoria. Solo por ver el final con “Caballos Dopados” y la tremenda “Carnaza” ya valió la pena la entrada. Ahorrémonos las tonterías de si el pase fue corto o largo.
La reina si.
Y no me refiero a lo de su nombre al revés.
Madre mía, si la Gata estuviera viva, menudo doble cartel.
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